domingo, 20 de septiembre de 2009

La violencia del ser humano.

Una breve reflexión sobre la violencia implícita en los seres humanos.

"La humanidad no puede liberar­se de la violencia más que por miedo de la no violencia. (Thomas Carlyle)


La violencia es el miedo a los ideales de los demás (Mahatma Gandhi)

Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia. (Leon Tolstoi)



La violencia es el último recurso el incompetente. (Isaac Asimov)


Diariamente, los periódicos y noticieros nos muestran un mundo violento, en el que los seres humanos mueren, son golpeados, violados y abusados a manos de nuestros semejantes, la mayor parte de las películas, programas de televisión, libros y revistas, incluso los deportes, nos muestran un mundo violento, plagado de conflictos, peleas, muerte y destrucción.

Es un fenómeno curioso, pues a pesar de la indignación que nos pueda causar a algunos esto y por mucho que pensemos que no somos personas agresivas, estas imágenes y sucesos despiertan un ser violento en nosotros mismos; al escuchar que una mujer fue violada y golpeada, muchas veces he escuchado a alguien decir “deberían matarlo” o “deberían castrarlo”; con esto quiero mostrar que lejos de reprobar la violencia, queremos responder siendo aún más violentos.

Es un hecho que el ser humano no sólo tolera la violencia, sino que disfruta de ella; como prueba de esto, analicemos el éxito de las películas y series de televisión cargadas de muerte y destrucción; dentro de las cincuenta películas más taquilleras del cine, más de la mitad de ellas tratan hechos violentos, ni siquiera las películas para niños se quedan al margen de esta tendencia. Si los noticieros presentan en su mayoría noticias de este tipo es por que el mercado las exige. El ser humano es capaz de lastimar y torturar y hasta a veces, de ser golpeado y torturado simplemente por placer.

¿De dónde nace esta violencia?, ¿Es Innata o adquirida? Para responder estas preguntas, formularé otra serie de preguntas que nos darán la respuesta: ¿Qué pasa cuando un padre no le enseña a su hijo que no debe golpear a los demás?, ¿Qué pasa cuando unos padres no enseñan a sus hijos que no deben tomar las cosas de los demás?, ¿Cómo responde un niño ante otro cuando uno de ellos toma un objeto que es del interés de ambos?

Así es pues, como, sin necesidad de hacer grandes estudios sociológicos o biológicos, nos damos cuenta de que la violencia está grabada en nuestra memoria genética, por eso es que los hijos de padres violentos suelen desarrollar tendencias agresivas y los de padres no tan violentos (y disculpen que no diga no violentos, puesto que todo ser humano es capaz de generar cierto grado de violencia) resultan ser más tranquilos con ese respecto. Los seres humanos evolucionamos a partir de animales, mismos que “necesitan” la violencia para sobrevivir; no sólo los grandes animales utilizan la fuerza bruta para sobrevivir sino desde los seres unicelulares, pasando por las plantas que se matan entre ellas para poder ocupar un espacio con luz, agua y minerales que les permitan la supervivencia y la perpetuidad, hasta llegar al ser humano que se supone es el ser más evolucionado del planeta, hacen de la violencia su forma de vida.

En el reino animal, la agresividad de un animal le permite no sólo conseguir alimento, sino también asegurar la procreación y por lo tanto la perpetuidad de su especie. En el ser humano esto no es diferente, pues somos una especie relativamente joven que todavía no ha logrado el paso evolutivo para sobreponer la razón sobre la violencia y aún más, pareciera que la supuesta inteligencia de que estamos dotados, no sólo no ha eclipsado nuestras tendencias agresivas, sino que hemos utilizado formas de violencia que ningún otro ser sobre la faz del planeta es capaz de concebir. Al parecer, entre más evolucionada es una especie es capaz de crear formas mucho más refinadas de violencia, y dejando de lado un poco al ser humano, observemos a las ballenas orca, uno de los animales de mayor inteligencia y que parece que disfrutan martirizando a su alimento antes de matarlo, o los elefantes que también poseen una inteligencia avanzada y que suelen maltratar o hasta matar elefantes más jóvenes sin razón aparente. Sin embargo, se supone que nosotros somos seres superiores, más evolucionados, con una inteligencia capaz de controlar nuestros impulsos animales. Entonces: ¿Por qué no lo hacemos?

Los seres humanos, somos los seres más violentos del planeta, aunque no mostramos estas tendencias todo el tiempo, pues el factor “educación” provoca que la mayoría controlemos nuestra agresividad, pero ésta se desata fácilmente con resultados nefastos.

¿Algún día dejaremos de ser violentos? Esta es una pregunta sumamente difícil de responder, pues la historia evolutiva nos ha mostrado que es necesario pelear para sobrevivir y eliminar estas conductas nos podría dejar en desventaja contra otras especies que habitan el planeta.
¿Eliminar la agresividad de tajo, implicaría que no fuéramos capaces de responder ante el ataque de digamos: un perro, con el paso de los milenios, el perro se daría cuenta de que el ser humano es débil y una presa fácil y dejaríamos de ser el amo para convertirnos en la presa? , ¿Todos los demás seres irían aprendiendo esta lección?. O bien, ¿Al dejar de ser violentos, dejarían de morir millones de personas anualmente, aumentando exponencialmente la de por sí ya crecida población, dejándonos sin recursos, llevándonos directamente a la extinción?
Yo pienso y "quiero creer" que no. Que la inteligencia del ser humano le llevaría a conservar su supremacía sobre el reino animal y aprendería a controlar su natalidad para dejar de violentarse con el entorno, y de que al contrario de lo que piensan muchos la violencia NO ES: “Un mal necesario”. Esto por supuesto, son meras especulaciones, pero me llevan a la triste y desalentadora conclusión de que, en tanto el ser humano no evolucione, de alguna forma, la violencia seguirá imperando entre nosotros, la constante generación de violencia evitará que nuestra memoria genética se modifique, y seguiremos cargando con esa serie de genes más animales que humanos que impiden que los hombres de una vez por todas, nos convirtamos en: Verdaderos seres humanos.
.
Arturo Parra Lemus (18 de Septiembre 2009)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Los Exploradores, Capítulo IV

Ferdezi no pudo preguntar al extraño personaje cómo es que sabía hablar su idioma, pues cada que intentaba acercarse a él, uno de los guardias le cerraba el paso y aunque no entendía su idioma, estaba claro que no le permitirían cruzar más palabras con él. Caminaron a través del claro hasta internarse de nuevo en la selva; era una noche hermosa, la temperatura había descendido y el fresco viento soplaba del este apagando el sofocante calor selvático. Tomaron por una senda que se dirigía hacia una colina, donde comenzaron a ascender hasta llegar a la cima para luego descender por el otro lado de la misma; fue al ir bajando por la ladera cuando notaron que otro grupo de cuatro de estos seres venían siguiéndolos a una distancia de unos cincuenta metros, pero no era simplemente una escolta, eran lo que después conocerían como “los borradores”, cuya labor consistía en ir borrando las huellas de sus pasos, movían troncos y cubrían con hojas el camino, además de venir rociando un líquido aromático que borraba por completo el aroma de los caminantes. Para los exploradores este detalle era insignificante, pues por mucho que borraran las huellas, sus compañeros serían capaces de encontrarlos por medio del rastreador electrónico.

La caminata continuó por un par de horas, siempre en ascenso; Suspani Baxtin y Maluen Fredezi comenzaban a sentirse fatigados, el día había sido agotador y habían caído en la trampa justo en el momento en que habían decidido retirarse a descansar. Al llegar a un cañón que entre la oscuridad de la noche y la profundidad no se alcanzaba a divisar el fondo, el guía se detuvo e hizo sonar un cuerno varias veces; era un sonido muy dulce. Al otro lado del cañón un sonido similar respondió y nuevamente el guía hizo sonar su cuerno, durante un par de minutos los cuernos conversaron entre sí, hasta que finalmente vimos al otro lado otros seis seres de cuatro brazos que extendían un puente para unir las dos orillas. Cruzaron y sin siquiera cruzar palabra con los vigías siguieron el camino mientras éstos retiraban inmediatamente el pesado puente.

Un par de kilómetros más adelante por fin los exploradores vieron algo que los dejó boquiabiertos; era una pequeño pero hermoso poblado; las casas tenían forma de gruesos árboles; al principio pensaron que así era, más al acercarse notaron que habían sido fabricados y luego decorados con pequeños árboles que simulaban ser las ramas de un gran árbol, sus raíces descendían envolviendo la estructura central de las casas hasta llegar a la tierra de donde se alimentaban. Era muy tarde por lo que no había gente en las empedradas calles, sólo en algunas se podía observar a través de las ventanas una luz que titilaba. Caminaron por lo que seguramente era la avenida principal del poblado, pues tenía en medio un camellón con jardines muy bien cuidados y farolas encendidas con aceite que iluminaban sus pasos; siguieron su marcha hasta llegar a otra avenida ancha que ascendía ligeramente hacia la izquierda; allí giraron para seguirla unos trescientos metros más hasta llegar a una construcción formada por siete de estos árboles fabricados grandes que se conectaban entre sí en varios niveles por medio de puentes. El hombre que había hablado antes con ellos les pidió que los siguieran hasta lo que claramente era una habitación y ellos obedecieron. Primero entró el guía y encendió un par de lámparas de aceite, entonces pudieron contemplar la hermosa habitación. Estaba lejos de ser una choza de aspecto primitivo, era redonda de unos seis metros de diámetro, en un extremo, se encontraba lo que claramente era una confortable cama redonda, a un costado, un pequeño tocador semicircular con tres cajones, al otro costado, había una mesa igualmente redonda con cuatro sillas; las paredes estaban pintadas de un color crema con hermosos y finos dibujos de animales, desconocidos para ellos, en color marrón. Tenía un par de ventanas cubiertas por cortinas de una tela gruesa y suave como el terciopelo y una chimenea. Una puerta que conducía a un baño perfectamente acondicionado con una tarja, una tina y un W.C.

Suspani y Maluen estaban realmente asombrados, por un momento se sintieron como en uno de esos hoteles que conocían en las montañas de su país, si no fuera por los extraños seres que los rodeaban hubiesen creído que estaban de nuevo en casa, celebrando de unas románticas vacaciones de primavera. Intentaron formular algunas preguntas, pero el evasivo guía sólo se limitó a decir con ese característico sonido gutural: - Ustedes invitados, descansar, mañana mucho que hacer – y se retiró de la habitación. Al quedarse solos tuvieron el impulso de escapar de allí, pero al ver que no habían dejado guardias y recordar que el largo trayecto les sería imposible de recorrer sin ayuda de sus instrumentos o algún guía, se relajaron y se acostaron a dormir tras beber del delicioso elixir caliente que les ofrecieron.

Los otros cuatro exploradores llegaron a la zona en donde habían desaparecido sus compañeros una hora antes, sin saber que en esos momentos, éstos se encontraban de camino hacia el hermoso poblado de hombres de cuatro brazos. - ¿Cómo es posible que no estén aquí? – Preguntó retóricamente un tanto enfadado Tarriz, - ¿En qué estaban pensando al quitarse el rastreador? - replicó - No creo que ellos se quitaran el rastreador cuth Tarriz – señaló Preden mientras desenterraba los rastreadores de una parte del fondo de la trampa. Al ver esto a todos se les heló la sangre, quien fuera que los hubiese capturado, no se trataba de seres estúpidos, pues habían sido perfectamente capaces de encontrar los pequeños dispositivos de rastreo y quitárselos. Cualquier cavilación que hicieran, sería por supuesto inexacta; de lo único que estaban seguros es que de alguna forma, quien los había capturado conocía esta tecnología y la había buscado a propósito para evitar ser localizados, de ninguna forma había sido obra de la casualidad.

Firo Tarriz se comunicó con la gal Yamka para informarle de lo sucedido, sin embargo, la gal, temerosa de perder más hombres se negó a enviar más ayuda, pues según les había informado, dos de los encargados de la construcción de la puerta de salida habían sufrido un accidente y se encontraban hospitalizados, por lo que habían tenido que ser reemplazados y el resto del personal se encontraba atendiendo las necesidades de la nave nodriza. – Tienen tres días para encontrarlos - le había dicho – y si para entonces no los encuentran, será mejor que ustedes abandonen ese lugar y vuelvan a la nave, cuando menos, hasta que la puerta sea completada y lleguen los refuerzos – Tarriz no discutió la lógica de su gal, pues sabía que tenía razón, no podían exponerse a perder más hombres sin poner en riesgo la vida del resto de la tripulación, así que obedeció y de inmediato trazó un plan de búsqueda.

Los exploradores se separaron nuevamente en parejas, trazaron una línea imaginaria a partir de la cual iniciarían la búsqueda en ambos sentidos y partieron, volando en unos pequeños vehículos biplaza que por su tamaño les permitían volar casi al ras del suelo y navegar entre densos bosques, seguidos de un par de robots de guerra cada equipo. No había pasado media hora de que se habían separado cuando Preden activó la señal de alerta, Lamtar elevó la nave por encima de los árboles para llegar más rápidamente hacia el punto de la señal, debían moverse rápido, no querían darle oportunidad a lo que fuera que habitaba ese planeta, de hacer desaparecer también a Atrion y Preden; cuando llegaron a la zona de la señal observaron a sus compañeros rodeados por unos tres mil seres deformes, tenían un aspecto antropoide, pero desde lejos se alcanzaban a ver protuberancias, jorobas y deformidades poco humanas en el cuero y rostro.

Los seres atacaban de forma muy desordenada arrojando piedras, lanzas y flechas sobre los exploradores, eran tantos que, los robots de guerra apenas podían contener la lluvia de proyectiles destruyéndolos en el aire. El vehículo de Atrion y Preden se encontraba envuelto en llamas, lo otros dos robots se sumaron a la refriega disparando contra las dos avanzadas que planeaba cercar a los jóvenes astronautas. Desde lo alto, Tarriz pudo contemplar muchos más de estos seres corriendo a paso veloz hacia la zona de la batalla. Ordenó a los robots formar un cerco que les permitiera aterrizar y de esta forma rescatar a sus compañeros.

Los cuatro robots, de forma esférica, rodearon a los exploradores disparando contra los proyectiles y los agresores, esto permitió a Lamtar maniobrar la pequeña nave para descender en medio de aquella lluvia de todo tipo de objetos, al ser una nave tan pequeña, tuvieron que apretujarse Tarriz y los otros dos en un asiento para permitir a Lamtar maniobrar libremente, ésta elevó la nave y voló rápidamente hacia la nave base. Tarriz ordenó a los robots elevarse también hasta quedar fuera del alcance de los iracundos seres, pero que no los perdieran de vista.

Durante el corto trayecto hacia la nave, Atrion narró lo sucedido, diciendo que se habían visto sorprendidos por una gran red entre los árboles que les había hecho perder el control; fueron expulsados de la nave por el sistema de seguridad, pero antes de que pudieran deshacerse de la burbuja protectora, ya se encontraban rodeados por un gran número de estos seres – Salían por todos lados – recitaba la joven analista – de no haber sido por que los robots se pusieron de inmediato a la defensiva, seguramente ahora no estaríamos contando esto –

Llegaron a la nave, y abordaron un vehículo más grande, activaron los otros veintidós robots de guerra que llevaban consigo y regresaron rápidamente a la zona de batalla. Habían pasado unos treinta minutos desde el rescate cuando volvieron a esa zona, los estúpidos seres no cesaban de arrojar sus lanzas contra los robots sin poder alcanzarlos, lo único que lograban era herir y matar a sus compañeros con sus mismos proyectiles; La computadora hizo un conteo rápido, eran más de cuarenta mil de estos seres los que se habían sumado ya; chillaban y aullaban de forma estridente, algunos de dolor, otros con impotencia al ver que no eran capaces de provocar daño alguno a los robots. Lamtar posó la nave unos treinta metros sobre la gran mancha; Tarriz ordenó a los robots atacar por cuatro frentes para encerrarlos y disparar para aturdir y dejar inconsciente, no para matar.

Los eficientes robots, se posicionaron formando un gran cuadro que encerraba a los agresores y comenzaron a disparar; caían rápidamente como un enjambre de insectos rociado, sin embargo, eran tantos y tan pocos robots, que la batalla duró hasta cerca del amanecer, pues el efecto aturdidor sólo duraba un par de horas y se volvían a levantar, haciendo más difícil la labor sin que los monstruos se resignaran y se dieran por vencidos intentando huir como lo esperaba Tarriz. Al caer el último, finalmente Belih descendió la nave; Aliviados de que por fin los necios seres se encontraran todos aturdidos, capturaron a cinco de ellos, que parecían ser los líderes y volvieron a la nave base esperando poder comunicarse con ellos y que les dieran pistas sobre el paradero de sus amigos extraviados.

- ¿Cree usted que se encuentren vivos cuth? – preguntó Atrion, ante lo cual se desdibujó el rostro de Tarriz, a pesar de lo que había visto, de la agresividad de aquellos seres y la necedad con que atacaban sin retirarse a un objetivo inalcanzable, no había contemplado esa posibilidad, sin embrago, algo dentro de sí, le decía que sí, que estaban vivos y que todavía era tiempo de rescatarlos. – Esperemos que sí nul – respondió sin mucha convicción.

Llegaron a la nave base y bajaron a los apestosos y deformes seres todavía inconscientes y los esposaron de pies y manos. En tanto recobraban el sentido prepararon un frugal desayuno e informaron a la nave nodriza de lo acontecido, la gal Yamka les ordenó retirarse del planeta de inmediato, pues entre las órdenes del emperador estaba la de no iniciar una guerra contra ninguna civilización encontrada por primitiva y violenta que ésta fuera. Los demás no escucharon la fuerte discusión entre su cuth y su gal, pero sabían de alguna forma qué estaba sucediendo. Finalmente, Tarriz se negó a dejar a sus compañeros atrás sin saber la suerte que habían corrido a lo cual Yamka no tuvo más remedio que ceder y otorgarles un par de días más de plazo para averiguar la suerte de los astronautas extraviados. Tras el desayuno, decidieron descansar un rato, pero el cansancio era tal que no pudieron evitar quedarse dormidos.

El sol comenzaba a calentar el pequeño bosquecillo en que se encontraban Suspani y Maluen; al despertar la joven, le tomó un minuto recordar y hacer conciencia de dónde estaban, habían dormido tan plácidamente sobre aquella cómoda cama que pasaron la noche tranquilos y aunque ellos no lo sabían, algo había tenido que ver el relajante y delicioso tónico perfumado que les habían ofrecido de beber la noche anterior. Despertó a Ferdezi y ambos se pusieron en pié, a lo lejos se escuchaba el leve murmullo de un poblado que comienza a despertar, se asomaron a la puerta, pero no había nadie y decidieron esperar, en tanto, se asearían, se sorprendieron de encontrar agua caliente para la tina y se dieron un baño, aunque tuvieron que vestir las mismas ropas; fue entonces cuando Baxtin descubrió algo que les hizo paralizarse - ¡Los rastreadores!… ¡No están!- En vez de ellos había dos pequeños guijarros, esto había impedido que se dieran cuenta la noche anterior, pues al tocar el cuello de la camisa, podían sentir algo, que ellos pensaban era el rastreador, pero al vestirse de nuevo aquella mañana, la juven había notado una pequeña rasgadura en el cuello y descubierto los guijarros. - ¿Cómo es posible que supieran de los rastreadores? – Este hecho desanimó un poco a la pareja, pues a pesar de la aparente amabilidad de estos seres de cuatro brazos, se encontraban cautivos y sin posibilidad de ser encontrados, ¿Cómo iban a poder seguirlos hasta ese escondido lugar?, ¿Qué planes tendrían para ellos esos hombres? El tranquilo despertar pronto se volvió un inquieto y temeroso esperar, no se atrevían a salir, pero no se resignaban a quedarse quietos sin saber qué esperar.

Tras una hora de espera habían decidido Salir cuando alguien tocó la puerta y escucharon una voz femenina: - ¿Han despertado ya? – Su corazón dio un vuelco al escuchar estas palabras en su propia lengua, que, a diferencia de el hombre de anoche tenía una clara pronunciación, a esta nueva sorpresa sólo atinaron a responder afirmativamente, entonces la voz nuevamente preguntó -¿Puedo pasar? – esto era demasiada cortesía para cualquier ser que pretendiera hacerles daño, por lo que se tranquilizaron y nuevamente respondieron afirmativamente; en ese momento penetró por la puerta una bella y esbelta mujer, de no ser por los cuatro brazos tan característicos de aquella raza, hubiesen jurado que se encontraban frente a la reina de la belleza de su país, su vestimenta no era para nada rudimentaria como la de los guardias que los trasladaron la noche anterior, aunque sencilla, era muy elegante, con ricos bordados dorados, de su cuello pendía un collar al parecer de oro, con un dije nacarado tallado exquisitamente .

La joven belleza, llevaba en sus manos superiores una charola con lo que era un más que abundante desayuno, tazones con una exquisita bebida de alguna fruta, frutas, una mezcla de lo que parecían cereales y un trozo de carne ahumada de algún animal que al principio dudaron en probar, pero una vez que lo probaron les resultó realmente exquisito, el sabor era suave y ligeramente dulce; distinto a cualquier tipo de carne que hubiesen probado antes, los frutos también eran muy buenos, pudieron reconocer el sabor cítrico en un par de ellos y otros tan dulces y sabrosos como frambuesas. La mujer se retiró rápidamente evadiendo casi todas las preguntas, pero siempre amable y sonriente, se limitó a preguntar si habían descansado, al momento de salir les dijo: - Coman y si quieren descansen o pueden salir a conocer el pueblo, mi padre viene en camino, es él quien debe responder a sus preguntas… no deben temer por su seguridad – finalmente salió de la habitación tras regalarles una amplia y hermosa sonrisa y hacer una elegante reverencia. Ambos jóvenes comieron hasta quedar ahítos y se dispusieron a salir para reconocer aquél poblado tan lleno de sorpresas.

Entre tanto, en la nave base, Tarriz despertó abruptamente al escuchar los horribles berridos de los prisioneros, al ver que el sol ya había ascendido se lamentó por haber sido vencido por el sueño, despertó a sus compañeros y se dirigieron hacia donde se encontraban los monstruos atados de pies y manos. - ¿Dónde están nuestros compañeros? – preguntó agresivamente Tarriz, haciendo señas también para ver si lograban entenderle, los deformes hombres lejos de responder o intentar comprender, se revolvían en un vano intento de liberarse de sus ataduras. Por más de una hora intentaron por todos los medios de calmarlos y comunicarse con ellos, pero al ver que no cesaban de gritar y chillar se dieron por vencidos. Tras discutir las opciones, Atrion sugirió ponerles un rastreador y dejarlos libres para poder seguirlos. Nuevamente los sedaron y colocaron en sus apestosos ropajes un par de rastreadores a cada uno, los subieron a la misma nave en la cual los habían traído y volvieron a la zona de la batalla.

Al volver a esa zona se encontraron con un espectáculo lamentable, había cerca de tres mil cadáveres regados por la zona, habían sido despojados de sus ropas sin ningún cuidado y ahora se hallaban pudriéndose al sol de la mañana; aves y otros animales carroñeros disfrutaban de aquél festín macabro. Algunos de los cuerpos se movían, indicando que todavía estaban vivos, aunque por mucho tiempo. Por un momento pensaron en descender y curar a los heridos, pero no podían retrasarse en una labor que seguramente les hubiese llevado todo el día. Todos se sintieron culpables por aquella masacre, pues aunque personalmente no habían herido a ninguno, sí habían provocado que la estupidez de estos seres los llevara a matarse entre ellos. – Pudimos simplemente haber huido – se lamentó el cuth. Lamtar lo tomó de la mano mientras unas cuantas lágrimas resbalaban por sus mejillas; Atrion rompió a llorar sin poderse contener debido a la gran culpa que la invadía y Preden simplemente enmudeció sintiéndose miserable. No les quedó más remedio que sobreponerse a su dolor y continuar con el plan; eran conscientes de que no podían dejar a los cautivos inconscientes en esa zona, pues quedarían expuestos a los depredadores, se alejaron un par de kilómetros para dejarlos en una zona que parecía segura; Descendieron en medio de una pequeña arboleda a la orilla de un riachuelo y bajo la sombra de los árboles los dejaron: En silencio y llenos de dolor, esperaron escondidos hasta que despertaran para poder seguirlos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El Señor Complejos

El “señor complejos” se siente tan pequeño, que busca a toda costa humillar a los demás. Ha pasado su vida pegado a los libros en busca de la información que justifique sus debilidades, no que las cure; cree saberlo todo, pero ignora que es un acomplejado. No piensa que la gente le tenga lástima por ser acomplejado, sino que le tienen envidia por ser mejor que ellos; de ninguna forma acepta ser grosero y amargado, más bien piensa, que por sus mordaces comentarios los demás lo consideran ingenioso y vivaz.

El “señor complejos” de ninguna forma cree que está solo por ser insoportable, más bien siente que los demás se alejan al sentirse poco dignos de su presencia. Piensa que el látigo es la mejor forma de hacer que las personas accedan a sus caprichos y que aquellos que somete, lo admiran y respetan. Dice ser feliz de que le teman, sin darse cuenta que más que temor es asco por lo que le dan la vuelta.

El “señor complejos” no sabe respetar, asegura ser el único digno de ser respetado; su tiempo es oro y el de los demás arena; su palabra es ley y necedad la de los demás, sus pertenencias tesoros y nada más es valioso. No sabe reír ni se atreve a llorar creyendo que son signos de flaqueza.

El “señor complejos” no se da cuenta de que el mayor tesoro de la vida es el amor, de que el mejor regalo es una sonrisa, que un aplauso es la mayor expresión de respeto y admiración de un grupo, que el buen comentario es un signo de fortaleza y no de debilidad, que las lágrimas limpian el alma, no ensucian el rostro, que la compasión y la caridad son los mayores signos de fortaleza de un ser humano; que un niño es un maestro sabio, no un pupilo ignorante y estorboso.

Y al llegar la noche; los complejos del señor afloran más, tiene miedo, llora internamente, extraña la seguridad de la luz del sol sin poder admirar la belleza de la luna y las estrellas… todo lo que cree se tambalea, pero no lo acepta; ha pasado tanto tiempo razonando sobre sus verdades que ya le es imposible reconocer la realidad, no duerme buscando hallar la respuesta de: ¿Por qué el mundo es tan injusto conmigo? En vez de preguntarse: ¿Por qué yo he sido tan injusto con el mundo?

Pobre del “señor complejos”; tan solo, tan amargado y tan infeliz; viviendo su vida sumido en una profunda depresión… pobre por que: No sabe que al morir ni una sola lágrima será derramada, a nadie le dará tiempo de recordar su inútil existencia; ignora que la vida no lo necesita y que nunca ha buscado trascender de ninguna forma; jamás se ha dado cuenta de que tuvo más de una oportunidad para ser valiente y enfrentar sus complejos y sus miedos; en ningún momento ha pasado por su mente el hecho de tratar de hacer feliz a alguien sino que constantemente ha tratado de arrastrar a todos hacia su pozo de infelicidad; sus bienes serán descuartizados por los buitres de lo material y en muy poco tiempo… su nombre, su esencia y su todo serán olvidados.

martes, 1 de septiembre de 2009

Los Exploradores, Capítulo III

Tras dos semanas de viaje, el Téloc al fin disminuyó su velocidad a un par de años luz del sistema que planeaban explorar. En esa zona llevarían a cabo dos misiones: La primera consistiría en armar la puerta de salida, para conectarla con la última que habían construido y así completar otro par más que les permitiría viajar de forma instantánea hacia el punto donde se encontraba su gemela. La segunda, consistiría en explorar el sistema planetario que se encontraba cerca.

A pesar del agotamiento de la tripulación, esta nueva etapa había renovado sus fuerzas, tenían muchas esperanzas de por fin encontrar un planeta habitado con vida inteligente, aparte, la construcción de la puerta, les garantizaba un pronto retorno; la mayoría de los tripulantes esperaban que, de fracasar esta misión la gal Yamka ordenaría el fin de la misión y todos podrían volver a casa. Pero ni Yamka ni Tarriz tenían la menor intención de terminar con la misión, pues habían mandado ya el mensaje al emperador para que les enviara refuerzos y éstos venían en camino, llegarían en cuanto estuviera terminada la nueva puerta; esperaban que con esta acción los tripulantes quisieran continuar, y de no ser así, podrían volver en la nave que transportaba los refuerzos.

La nave se detuvo cerca del campo energético; aunque ya habían visto este espectáculo muchas veces, siempre resultaba un placer ver esos campos llenos de energía; los ciento de colores que emitían este tipo de campos eran casi hipnóticos, parecían tener vida propia, danzando y refulgiendo como una aurora boreal.

El equipo de Quetiz estaría encargado de la construcción de la puerta; le acompañarían en la tarea: Johbé, Duama, Pelezi, Galiun, Repez y Numez. Mientras que Tarriz, acompañado de Lamtar, Atrion, Preden, Baxtin y Ferdezi estarían encargados de explorar el sistema planetario cercano.

El primer equipo en iniciar su labor fue el de Quetiz, el segundo equipo tendría que esperar un par de días en lo que la sonda volvía y se analizaban los resultados del análisis planetario. Mientras tanto, Tarriz y su equipo, revisaban una y otra vez la nave, cargaban los alimentos, chequeaban que los robots estuvieran en perfecto estado y repasaban el plan.

La sonda volvió al día siguiente con resultados bastante esperanzadores, en uno de los planetas el escáner había detectado grandes cantidades de agua, una atmósfera y vegetación; esto era bastante alentador para el equipo, pues de no haber encontrado nada, se habrían tenido que limitar a la construcción de la puerta y muy probablemente al fin de la misión. Tras haber analizado la información traída por la sonda, finalmente Tarriz y su equipo se pusieron en marcha hacia aquél planeta.

Viajaron durante aproximadamente tres horas hasta el punto donde tendrían que disminuir la velocidad por debajo de la de la luz; el planeta, como todos aquellos que habían encontrado con vida, era hermoso, azul con grandes masas de tierra; era orbitado por dos pequeñas lunas ubicadas una a cada extremo del planeta; hicieron las primeras mediciones, llegando a la conclusión de que estas recorrían la misma órbita a la misma velocidad, por lo que nunca se llegaban a encontrar, calcularon la velocidad de rotación del planeta y mandaron otras cuatro sondas robóticas que, controladas por ellos aterrizarían sobre el planeta para verificar las condiciones atmosféricas, la temperatura, posibles agentes virales o bacterianos que pudieran afectarles, tomarían muestras y enviarían hacia la nave imágenes del planeta. Entre tanto, permanecerían orbitando el planeta analizando la información,

Las primeras imágenes llegaron a ellos unos pocos minutos después de haber lanzado las sondas, tal como lo había confirmado la primera sonda, era un planeta con vida activa y al parecer, con la mayor diversidad de especies que habían encontrado hasta entonces, aunque no encontraron ningún rastro de civilización. Según la información recibida, el aire podría ser respirado por ellos, encontraron algunos agentes nocivos; esto no era nuevo, en los anteriores planetas con vida que habían encontrado siempre había algún agente patógeno, en un par de ocasiones no habían podido bajar sin trajes protectores, pero en el resto, la computadora había sido capaz de crear al suero de inmunidad, en esta ocasión, no habían encontrado ningún agente para el cual la computadora no hubiese podido crear vacuna.

Tras un par de días, las sondas regresaron con las muestras obtenidas y la computadora inició la fabricación del suero de inmunidad mientras los astronautas analizaban las muestras obtenidas. Era increíble como la naturaleza repetía los mismos patrones en todos los planetas, formando un perfecto equilibrio entre la diversidad de especies, nuevamente encontraron insectos, plantas, aves, reptiles, mamíferos, peces y en general grupos de seres vivos parecidos a los que estaban acostumbrados; en un par de ocasiones habían encontrado otro tipo de organismo desconocido, pero aún así la estructura bioquímica seguía repitiendo el mismo patrón de: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno.

Finalmente llegó el momento de descender al planeta, pues, aunque no habían encontrado muestras evidentes de civilización y por lo tanto de vida inteligente, tendrían que bajar para capturar a especies mayores y a explorar más detenidamente el planeta con esperanzas de encontrar algún rastro de inteligencia primitiva; tras nombrarlo como: Kamiriath que en una lengua antigua significaba “Entre las dos lunas” se dirigieron al hermoso planeta para llevar a cabo su misión.


Tarriz decidió aterrizar en la zona ecuatorial del planeta, eligió descender en una gran explanada cerca de una costa de hermosas aguas azules donde en ese momento, comenzaba a amanecer; en esa zona del planeta hacía mucho calor, se encontraban cerca de los cuarenta grados. Antes de descender de la nave hicieron los últimos estudios para garantizar que el aire que respirarían no sería nocivo, con resultados positivos. El grupo se dividiría en tres equipos, Tarriz y Lamtar viajarían al norte, Atrion y Preden al sur y Baxtin junto con Ferdezi explorarían la zona ecuatorial; la exploración la realizarían en unas pequeñas naves de tierra. Tras ultimar detalles por fin cada equipo partió hacia su zona asignada, acamparían y se reencontrarían dos días más tarde.

- Siempre es emocionante explorar un nuevo planeta ¿no cree usted cuth? – Preguntó Lamtar – Ya lo creo nul Lamtar, pero le agradecería que me llamara por mi nombre y sin tantas formalidades cuando estemos solos – respondió Tarriz; Lamtar se sonrojó ante la petición de su cuth, pero asintió, - está bien, pero sólo si usted hace lo mismo – Tarriz le dedicó una sonrisa – Pues cortemos el hielo pues… Belih, que por cierto es un nombre muy lindo: Belih “Luz de la mañana” - . Era la primera vez que Lamtar escuchaba a Tarriz pronunciar su nombre, le agradó bastante escucharlo y más el saber que el cuth sabía lo que significaba su nombre y sintió no poder corresponder pues ella no tenía ni idea de lo que significaba el nombre de Tarriz : “Firo”; como adivinando lo que ella pensaba él dijo: - No significa nada – lo miró extrañada de que hubiese adivinado su pensamiento – Fue un nombre que inventaron mis padres, tomaron las primeras dos letras de cada uno de sus nombres : Romhtar el de mi padre y Fithir el de mi madre, así formaron mi nombre – recalcó el cuth. – Pues me gusta – respondió Belih Lamtar - Se escucha bonito – dijo correspondiendo a la atención del cuth; él la miró incrédulo – No me gustan las mentiras, aunque sean por amabilidad – le dijo sonriendo – hay que aceptar que es un nombre horrible – Belih se sintió un poco apenada al principio por este comentario, sin embargo no pudo evitar darle la razón; - Tienes razón, ¿Firo?... ¿En qué estaban pensando tus padres? – se miraron y sin poderse contener soltaron una sonora carcajada. Por fin habían roto por completo ese hielo tan espeso que ambos se morían por derretir desde hacía tiempo; y es que en una organización tan rígida como la milicia espacial se acostumbra a la gente diría yo: en exceso, a la formalidad; incluso entre amigos.

Después de volar durante quince minutos llegaron a una zona que les pareció interesante para explorar; desde lo alto habían visto una gran manada de algún tipo de mamífero cuadrúpedo, al parecer un bovino grande moviéndose hacia el norte, donde se encontraban unos inmensos pastizales que circundaban un enorme lago alimentado por un gran río que se formaba a partir de siete brazos que era claro que descendían de las montañas que se encontraban al oeste de esa zona. Alrededor de la gran manada vieron otros grupos más pequeños de rebaños que seguían y se mezclaban con la gran manada y alejados del gran grupo, pequeñas familias de otras especies de animales que dedujeron serían los depredadores. Asumieron que la manada se dirigía hacia los pastizales y llegarían allí muy pronto, sería una magnífica oportunidad para estudiarlo y tomar fotografías y si les era posible, capturar algunos de aquellos extraños animales. Con ayuda de los robots, instalaron un elegante campamento en una zona rodeada por rocas y mientras esperaban la llegada de la manada se dedicaron a recolectar muestras de vegetación; el pequeño robot vigía se elevó unos diez metros por encima de ellos para avisar de cualquier contratiempo.

Baxtin y Ferdezi, que se habían casado poco antes de embarcarse en la misión, no habían tenido que viajar, más que un par de minutos, pues la franja ecuatorial en todos los planetas solía ser más cálida y húmeda, factor que favorecía a la formación de una zona selvática. Establecieron su campamento base a pocos kilómetros de la nave y procedieron a explorar la zona. Hacía mucho calor, sin embargo, sus trajes contaban con un sistema inteligente de enfriamiento y calefacción que les permitía mantenerse siempre a una temperatura agradable. Instalaron su campamento en un pequeño claro cerca de un río no muy caudaloso, tras analizar el agua se aventuraron a probar un sorbo. – Está deliciosa – comentó Ferdezi, era la primera vez en casi cuatro años que tomaban agua natural, pues el agua de la nave era fabricada a partir de los elementos químicos que la componían y como siempre habían dicho: Jamás sería igual a la que fabrica la naturaleza. En los planetas explorados anteriormente, a pesar de haber encontrado agua en abundancia, ésta no era potable, pues contenía grandes cantidades de compuestos químicos que les hubieran hecho enfermar, este era el planeta más parecido a su lugar de origen que habían visitado, con una rica diversidad de especies que, sería imposible estudiar y catalogar en las dos semanas y media que tenían para concluir con la visita antes de que la puerta fuese concluida por el equipo de Quetiz.

Había tantas muestras que recoger que no sabían por dónde comenzar, así que siguiendo el protocolo, se avocaron a recoger muestras minerales y botánicas antes de comenzar con el estudio de la fauna. En esa zona del planeta había una gran cantidad de aves, una de ellas llamó especialmente su atención, no sólo por su hermoso colorido, sino por la belleza de su canto. Mientras recogían una muestras de una especie de musgo, el robot vigía mandó una señal de alerta, se acercaba un animal de gran tamaño hacia ellos; los exploradores empuñaron sus armas; tras un par de minutos por fin lograron divisarlo, era una especie de reptil de gran tamaño; su cuerpo era alargado con una cabeza redonda de la cual brotaban tres pequeños cuernos afilados y hocico chato, tenía ocho patas y una piel escamosa de color verde con manchas de un rojo brillante.

El animal detuvo su marcha al sentir la presencia de los extraños, al parecer carecía de una buena visión sin embargo, olfateaba el aire como intentando reconocer aquel aroma tan peculiar como desconocido para él hasta que por fin decidió que no valía la pena tratar de enfrentar esa amenaza desconocida y en un rápido movimiento giró alejándose de aquella zona. La pareja enfundó sus armas, relajados por la huída del extraño animal y continuaron con su labor de recolección.

Atrion y Preden no habían tenido tanta suerte al encontrar un área para explorar, pues la zona que sobrevolaban era árida, rocosa y con pocas señales de vida, la tierra por esos lugares era de color un tanto gris y los vientos soplaban tan fuerte que formaban grandes nubes de polvo que dificultaban la visión. Tras un par de horas al fin llegaron hacia un enorme río, éste parecía brotar directamente de la tierra y se dirigía hacia la costa siguiendo un cañón no muy profundo. En la parte superior del cañón había pequeñas zonas de vegetación, descendieron un poco para observar mejor y encontraron un pequeño y verde valle rodeado de montañas donde los fuertes vientos no arrasaban con todo. Un brazo del río se dirigía hacia un extremo del valle formando una pequeña laguna, decidieron que ese sería un buen lugar para establecer su campamento.

La vegetación de la zona era muy similar a la de un bosque, era una región fría, con enormes árboles similares a las coníferas. Descendieron cerca de la laguna y establecieron su campamento. Habían pasado unas cuatro horas cuando comenzó a obscurecerse todo. – Qué rápido anochece en este planeta – comentó Diogi Preden. Sin embargo tras observar el cielo cayeron en la cuenta de que aquello no era el ocaso, sino más bien un eclipse, una de las lunas había cubierto parcialmente la estrella que iluminaba ese planeta y tras quince minutos, de nuevo se encontraban en el valle bañado por el sol del medio día; en días posteriores se darían cuenta de que éste, era un fenómeno regular en aquél planeta, una de las lunas eclipsaba diariamente antes del medio día.

El resto del día, las tres parejas de exploradores se enfocaron en recoger y analizar muestras de plantas e insectos, con cada nuevo resultado se asombraban aún más al encontrar que la vida en ese planeta no era tan distinta a la que poblaba su propio mundo.

Cerca de la media noche, Firo y Belih se encontraban cenando cuando sonó una señal de alarma; rápidamente Tarriz atendió el monitor para ver de qué se trataba – La señal viene del campamento de los kiji Baxtin y Fredezi – Lamtar ejecutó el programa de búsqueda que le permitiría verlos desde su robot vigía, sin embargo, no los vio por ningún lado – No los veo Firo, están fuera del rango del vigía – Tarriz ejecutó entonces el programa de los rastreadores y los localizó ciento veinte kilómetros al este de la zona de aterrizaje, justo por debajo de donde se encontraba el vigía – Muéstrame de nuevo la imagen del vigía – Firo observó detenidamente la imagen que llegaba desde el vigía – ¡Ahí! – Exclamó – Haz un acercamiento en esa zona – Dijo señalando, lo que parecía un hueco en la tierra – Lamtar dirigió al vigía hasta posicionarlo justo por encima de la zona indicada por Tarriz e hizo un acercamiento de la cámara; Ambos se quedaron mudos al ver la imagen - ¿Es eso lo que parece? – Preguntó al fin Belih – No estoy seguro, será mejor que vayamos pronto, podrían estar heridos o en peligro - . Por el intercomunicador Atrion preguntó qué había sucedido pues ella también había recibido la señal de alarma; - No estamos seguros, pero creemos que cayeron en lo que parece ser una trampa de caza – respondió Lamtar - ¿Está usted segura Nul Lamtar? – Replicó extrañada la analista – Como dije Nul Atrion, no estamos seguros, mire usted misma las imágenes – Atrion observó las imágenes y tuvo la misma sensación que Belih y Firo: Aquello era casi sin duda una trampa. - ¿Cuál es la orden cuth Tarriz? – Preguntó Atrion – Regresen a la nave cuanto antes y activen cuatro robots de guerra, nul Lamtar y yo iremos hacia el campamento de los kiji para intentar sacarlos de ahí antes de que sean encontrados por lo que sea que haya puesto esa trampa allí –


Baxtin y Fredezi despertaron cinco minutos después de haber caído a través de un túnel de casi cinco metros de profundidad. Se habían visto sorprendidos, pues se encontraban caminando juntos mirando hacia la hermosa luna de color violeta cuando escucharon el crujir de ramas que se rompían y cayeron al vacío sin poder reaccionar a tiempo; se encontraban adoloridos debido a la caída, atados de pies y manos sobre un terreno fangoso; en la penumbra no alcanzaban a distinguir bien los detalles, pero no estaban solos en aquella pequeña caverna, escuchaban lo que parecían voces de un idioma irreconocible. - ¿Cómo estás? – Preguntó Fredezi a su esposa – creo que bien, me duele un poco la pierna derecha, pero no creo que esté rota ¿Y tú? - , - Creo que me abrí la cabeza, siento dolor y como si brotara la sangre, pero no creo que sea grave debe ser sólo un pequeño raspón, debí haberte hecho caso y no haberme quitado el casco… ansiaba tanto sentir el aire fresco… ¿Cómo pudimos haber caído en una trampa tan primitiva? – Se lamentó el joven – Creo que nunca esperamos que algo así sucediera, pero estamos vivos y es cuestión de tiempo para que nos encuentren – comentó la joven quien con mucho esfuerzo logró acercarse a él y tomarlo de la mano.

Escucharon algo que más que una voz parecía una serie de gruñidos, al parecer los guardias los habían escuchado y entraron cuatro seres que caminaban sobre dos piernas, pero tenían cuatro brazos, por lo demás eran muy parecidos a los humanos, vestían de una forma muy primitiva, cubiertos con pieles de toscas costuras, su piel era un tanto azulada cubierta con grueso vello de color rojizo sus grandes ojos de color marrón oscuro los miraban con cierto recelo, dos de ellos iban armados con garrotes con espinas en una mano y antorchas en otra de las manos, no parecían ser muy altos, pero eran corpulentos, los cuatro brazos eran gruesos y fuertes; uno de ellos, que parecía ser el de mayor rango se acercó y se dirigió hacia ellos en su extraña lengua, no entendieron, pero les preguntaba que quienes eran y cómo habían llegado allí. Fredezi adivinó que significaban aquella serie de sonidos y se aventuró a contestar – Somos exploradores, venimos en paz – Al escuchar la voz del joven explorador los cuatro seres se sorprendieron y comenzaron a murmurar entre ellos; el que parecía el jefe les exigió silencio y dio una orden hacia el otro que tenía las manos libres; éste se acercó a los jóvenes y liberó sus ataduras dirigiéndoles una sonrisa amable. – Venir conmigo – les dijo tras haberlos desatado. Los jóvenes ya de por sí sorprendidos por la serie de eventos que habían vivido en los últimos minutos se quedaron pasmados al escuchar a aquél hombre hablar su propia lengua, de todas las cosas inesperadas en aquella misión esta era la más insólita de todas. - ¿Habla usted nuestra lengua? – Preguntó Ferdezi, el hombre asintió tímidamente – Necesitar conocer persona – Les dijo, mientras les pedía que los siguieran; Con más curiosidad que miedo y sin presentar resistencia los jóvenes siguieron aquél grupo de seres hasta salir del túnel hacia un claro.