domingo, 4 de octubre de 2009

Los Exploradores, Capítulo V

Para los kiji, la mañana había sido tranquila, al observar el acostumbrado eclipse, se dieron cuenta de que había llegado el medio día, habían perdido un poco el miedo a su situación, pues mientras paseaban por el pueblo, lejos de sentir desconfianza, la gente les sonreía amablemente y les ofrecían pequeños regalos. Al parecer aquél era un pueblo próspero, ya a la luz del día pudieron observar con mayor atención los detalles del poblado; era grande, tendría cuando menos cincuenta mil habitantes, por las calles circulaban carruajes tirados por bestias similares a una cabra grande, todo se encontraba limpio, al contrario de su primera impresión debido a la vestimenta de sus “captores”, cuando supusieron que se trataba de una civilización sumamente primitiva, ahora podían ver que si bien, su tecnología estaba lejos de la de su planeta, si era una sociedad perfectamente organizada; Los ropajes no eran toscos, sino de suaves telas con exquisitos bordados, las casas contaban con todos los servicios: agua corriente, drenaje, baño y en general todas las comodidades que encontraríamos en una vivienda digna. En cuestión arquitectónica, esta civilización parecía haber entendido que la mejor forma de construir era respetando el entorno, no molestándolo sino integrándose a él, por eso la noche anterior les había costado reconocer que lejos de encontrarse en medio de un bosque solitario, este poblado era parte del mismo.

Al pasar el eclipse decidieron volver a la casa donde los habían alojado, pero antes de llegar se encontraron con el hombre que la noche anterior les había hablado en su propio idioma, al principio no lo reconocieron, pues no llevaba las raídas pieles de la noche anterior sino unas finas vestimentas, iba aseado y se había arreglado la tupida barba lo cual hacía verlo muchísimo más joven de lo que parecía la noche anterior, donde creyeron encontrarse ante un hombre ya maduro. – Alcalde listo para recibir – dijo con su característica voz gutural; ambos exploradores comenzaron a abordarlo con preguntas, pero este se limitó a responder: - Padre llega anochecer, con él hablar – Era lo mismo que les había dicho la hermosa mujer esa misma mañana, y al observar un poco mejor al hombre, dedujeron que tendría que ser hermano de ella, era bastante bien parecido, como en general era la gente de aquél poblado. Lo único que sí les respondió fue su nombre, pero como lo había dicho en la extraña lengua de aquella región solamente entendieron: - Hugrrand – así que le preguntaron si no le molestaba que le llamaran Hug, pues no podían pronunciar su nombre a lo que asintió sonriente.

Hug los guió hasta un carruaje de color rojo cereza fabricado de madera labrada con maestría y les invitó a subir; ambos aceptaron la invitación sin chistar y una vez acomodados, el carruaje inició su marcha a la señal de su anfitrión. Éste se dirigió hacia lo que notaron que eran los límites del poblado para integrarse a un camino mucho más suave donde aceleraron el paso considerablemente, estaban asombrados no sólo de la fuerza y velocidad de aquél animal que jalaba el carruaje, sino de la estabilidad y suave muelleo del mismo, tras unos diez minutos de marcha, salieron de la espesura del bosque hacia campo abierto, habían ascendido todavía más que la noche anterior, hasta llegar a una enorme meseta de campos cultivados, aunque no reconocieron ninguna de aquellas hierbas, supieron que se trataba del alimento que hacían crecer para alimentarse. Cada cierta distancia encontraban una serie de aquellas pequeñas casas árbol donde habitaban los campesinos. Tras una hora de viaje su anfitrión rompió el silencio: - Hemos llegar a Kohorr, esta capital – les anunció, - Alcalde de Yohorr aquí por asuntos de gobierno - Otra sorpresa más para nuestros amigos, aquella civilización no era sólo un poblado bien organizado, sino todo un país con varios poblados y un sistema gubernamental perfectamente bien estructurado.

Baxtin y Fredezi vieron a través de la ventana del carruaje un valle con una ciudad enorme, era cuando menos veinte veces mayor que Yohorr, la arquitectura no era muy distinta, por lo que a lo lejos ante los ojos de un extraño hubiese pasado por un enorme bosque, sin embrago, ellos que ya se estaban acostumbrando a diferenciar entre un árbol común y una construcción de aquellas, eran capaces de distinguir la gran ciudad a la que se acercaban - ¿Cómo fue que las sondas no fueron capaces de captar estas señales de civilización Maulen? – preguntó Suspani Baxtin a su esposo, a lo que éste se limitó a encogerse de hombros.
Los seres capturados por Tarriz y su grupo al fin despertaban tras tres horas de haber sido liberados, durante ese tiempo el grupo había recapacitado y ahuyentado a los depredadores que se agasajaban con los cadáveres de sus adversarios, con ayuda de un par de robots de construcción habían apilado todos los cadáveres y les habían prendido fuego para incinerarlos, su corazón ya acongojado se sobrecogió aún más al ver aquella inmensa fogata de carne ardiendo y cuya humareda se levantaba a cientos de metros sobre el suelo. Sólo habían sobrevivido tres de aquellos seres, que fueron curados y dejados junto a los otros que habían capturado.

La inmensa humareda atrajo a más de estos seres que llegaron casi al momento que despertaban los liberados, al cruzarse con ellos intercambiaron palabras, los exploradores no podían escuchar nada, pues se encontraban dentro de la nave a un par de kilómetros del lugar escondidos estratégicamente para no ser vistos. Aquél grupo se acercó con curiosidad para presenciar el espectáculo de incineración, pero no tardaron mucho, en salir corriendo con dirección al sudoeste seguidos por Tariiz, Lamtar, Atrion y Preden, acompañados de los robots de guerra. Tras unos treinta minutos llegaron a los límites de una sierra, observaron cómo el grupo ascendía, para internarse en las montañas y poco después perderse dentro de una gran caverna.

Lamtar descendió la nave a unos cinco kilómetros de la entrada, los rastreadores mostraban que el grupo se había detenido un kilómetro dentro de la caverna, pero antes de entrar, mandarían un pequeño robot sonda de exploración para que penetrara en aquél territorio antes de aventurarse a entrar ellos. No esperaron mucho para recibir las primeras imágenes de aquél lugar, las cavernas eran enormes, desde la entrada se encontraban iluminadas por antorchas; las enormes bóvedas se encontraban plagadas de este tipo de seres, que, al desconocer su nombre, simplemente decidieron llamar Güigis que en lengua antigua de la tierra de Tarriz significaba: “bestias”.

Eran tantos los pasillos y divisiones de las bóvedas que decidieron mandar las tres sondas restantes que tenían en un intento de abarcar más territorio, el tiempo corría para salvar a sus amigos. Una de las imágenes que recibieron los dejó petrificados, pues uno de los muchos grupos de güigis que habitaban las cavernas se encontraba alimentándose de lo que claramente era uno de ellos mismos que ardía empalizado mientras los comensales arrancaban trozos con afilados cuchillos y los deglutían vorazmente.

Una de las sondas logró llegar hasta donde se habían detenido los liberados, se encontraban frente a un güigi que claramente se diferenciaba de los demás por su tamaño y sus ropas, al que identificaron como el jefe. La claridad del sonido les permitió entender lo que estaba pasando a pesar de no entender aquél grotesco idioma, los güigis que habían liberado informaban al jefe de lo ocurrido, uno de ellos trazó un dibujo en el piso describiendo la nave base. El Jefe dio una orden y un par de minutos después observaron a un grupo de enfurecidos güigis escoltando a un par de seres, mucho muy distintos a los primeros, éstos tenían cuatro brazos atados a la espalda y con una correa atada al cuello los jalaban provocando que avanzaran a trompicones, estos seres tenían un aspecto mucho más humano, salvo por las cuatro extremidades superiores. Los llevaron ante el jefe y este formuló una serie de preguntas, los exploradores de inmediato supieron que eran prisioneros y que les preguntaban si sabían algo sobre la presencia de aquél extraño objeto y los seres que la tripulaban, la entrevista no duró mucho, claramente los prisioneros no sabían nada y tras ser azotados los guardias se los llevaron nuevamente.
Para Tarriz esto fue bastante clarificador, al parecer aquellos seres no habían capturado a sus compañeros, de lo contrario hubiesen sido ellos los entrevistados por el iracundo jefe güigi – A menos que estén muertos – pensó; pero dentro de sí, sabía que no era así, y al ver a los seres humanos de cuatro brazos supo que eran enemigos unos de otros, por lo tanto, si no habían sido capturados por los güigis, tendrían que haber sido capturados por los otros.

Para los demás esto no estaba demasiado claro pues habían visto cómo estas bestias devoraban a uno de los suyos - ¿Qué les impediría entonces devorar a los extraños? – argumentaba Preden . Sin embargo Tarriz explicaba que por violentos y estúpidos que fueran estos seres, no devorarían a un ser completamente extraño sin antes consultar con su jefe, y por la actitud del mismo estaba claro que nunca había visto a uno de ellos.

Las sondas recibieron la orden de continuar explorando aquella red de túneles, mientras los exploradores volverían a la nave base para cambiarla de ubicación para evitar que ésta fuera atacada por aquellos seres amorfos y mal olientes.

Para esos momentos, Baxtin y Fredezi habían llegado a la gran ciudad y se encontraban descendiendo del carruaje para internarse en un edificio enorme que Hug les dijo era la sede del gobierno y que tanto el gobernador como los catorce alcaldes de aquella región se encontraban esperándolos.

Penetraron a una sala de reuniones muy similar a las que ellos conocían con una gran mesa central rodeada de sillas, los hombres y mujeres sonrieron alegremente al verlos penetrar por aquella hermosa puerta de madera labrada y le ofrecieron asiento y una deliciosa y refrescante bebida. Entre los concurrentes vieron a la mujer que los había atendido por la mañana, que entonces supieron que se llamaba: “Jasiga”, cuyo nombre era mucho más pronunciable que el de la mayoría de los “cuatro brazos”. Por unos minutos no se dirigieron a ellos, el hombre sentado en la cabecera hablaba con Jasiga y los demás la abordaban con preguntas, hasta que finalmente la sala quedó en silencio y ella habló: - El Gobernador (que no pondré su nombre pues es realmente impronunciable) les da la más cordial bienvenida a la ciudad de Kohorr, capital de Kigimbrlad (o algo así entendieron ellos), mi padre, el doctor Asiki, ha sido notificado de su llegada, y en estos momentos se encuentra viajando hacia acá acompañado del primer ministro, llegará casi al anochecer y será entonces cuando él platicará con ustedes, de momento, el gobernador solamente tiene permiso para hacerles unas pocas preguntas – Ante la mirada desconfiada de los astronautas agregó: - Pueden confiar en nosotros, son libres de responder y si ustedes lo piden, los dejaremos en libertad de inmediato y los devolveremos al lugar donde fueron hallados –

Por un momento las miradas de Baxtin y Ferdezi se cruzaron inquietamente, pero el miedo lo habían perdido hacía ya rato y ahora la curiosidad por saber más acerca de aquél misterio era más fuerte que los deseos de ser devueltos a la selva, lo único que les hacía pensar en esa posibilidad era la idea de dar aviso a su cuth de que se encontraban perfectamente bien y que habían encontrado una civilización grandiosa; tras discutirlo brevemente Ferdezi dijo cortésmente: - Agradecemos su hospitalidad y con gusto responderemos a sus preguntas si ustedes responden a las nuestras - . Jasiga transmitió el mensaje al gobernador y tras unas cuantas palabras ella dijo: - Responderemos a todas sus preguntas en cuanto llegue el primer ministro, pues no estamos autorizados para más, de momento sólo queremos saber si vienen con ustedes otros seres del espacio para ir a buscarles y avisarles que ustedes se encuentran aquí, sanos y salvos; y que son bienvenidos a conocer nuestra ciudad - , - ¿Por qué nos quitaron los rastreadores? – Interrumpió Baxtin, - Jasiga habló brevemente con el gobernador y respondió - Esa es una de las cosas que debe explicarles mi padre, yo sólo puedo decirles que fue para nuestra propia protección – Hicieron muchas más preguntas, pero se rindieron ante la amable prudencia de aquél grupo de hombres que se limitaban a escuchar las traducciones de la mujer y que constantemente les pedían que fueran pacientes pues pronto contestarían a todas sus preguntas y que de momento sólo les interesaba saber dónde se encontraban sus compañeros para avisarles que estaban bien o que podrían ellos mismos guiarlos de vuelta a su campamento. Finalmente los dos jóvenes decidieron que lo mejor sería no insistir con más preguntas y dieron la ubicación de la nave base para que sus compañeros fueran avisados, de cualquier modo sabían que ellos estarían sobre alerta y no se dejarían sorprender por algún grupo que intentara agredirlos, que por otra parte no parecía ser el caso de estos seres pues eran en extremo corteses y no parecían ser violentos, aunque sí pidieron acompañar a la expedición que saldría a buscar a sus compañeros, pero Jasiga les explicó que contaban con un aparato que enviaba una señal telegráfica y que sería más rápido si mandaran un mensaje hasta la población más cercana a la nave para que desde allí fuera enviado el comité para invitar a sus compañeros. Al término de la breve reunión, fueron dirigidos hacia una cómoda habitación donde les sirvieron una abundante y deliciosa comida y pusieron a su disposición un ayudante que gustosamente les daría un recorrido por la ciudad.

Tarriz y su grupo habían ya movido la nave mar adentro y aterrizado en un islote a unos treinta y cinco kilómetros de la costa continental, las rocosas laderas y la s fuertes corrientes harían que fuera imposible acercarse sin una nave acuática apropiada, que, por lo que habían visto, dudaban que la primitiva civilización de los güigis hubieran podido desarrollar. Aprovecharon el reacomodo para tomar una comida más substanciosa. Tarriz envió su informe a la nave nodriza mientras Atrion analizaba la información que iban obteniendo de las sondas para ver si encontraban alguna pista que les llevara hasta sus amigos perdidos, el tiempo corría y Tarriz se sentía cada vez más nervioso, podía haber retado a la gal Yamka una vez aferrándose a la búsqueda de sus compañeros, pero si no obtenía resultados positivos rápidos no iba a tener más remedio que obedecer la orden de abandonar el planeta.

- ¡Cuth Tarriz! – exclamó Atrion, - ¡Tiene que ver esto! – Firo se acercó rápidamente hacia el ordenador - ¿Es eso…. Una nave? – En el monitor se apreciaba con claridad una nave, o más bien, un gran pedazo de una nave interplanetaria, - No sólo es una nave – confirmó Atrion, - Esta nave, aunque antigua, fue hecha en nuestro planeta - - ¡Eso no es posible, revise bien los datos! – increpó Preden, Tarriz lo miró con severidad – Lo siento, lo que quise decir es… ¿Está usted segura nul Atrion? - , - Tan segura como que aquí está impreso el logotipo de la fuerza intergaláctica de nuestro país – respondió ella sin inmutarse por el pequeño arranque del kom Preden – Es cierto, ese logotipo, aunque no se ha usado en casi cien años, es ciertamente el que se usó en los inicios de la exploración interplanetaria- confirmó Lamtar – Cuando era estudiante hice un estudio acerca de la historia de la exploración espacial y ese tipo de fuselaje y de logotipo se usó solamente para tres naves, dos de ellas volvieron y se encuentran en el museo de historia y una de ellas jamás volvió -, - ¿Recuerda usted el nombre de la nave que nunca volvió? – pregunto Tarriz - Por supuesto, era el “Gamixis”, comandado por el gal Kiram Garrudi, según los archivos que consulté decían que suponían que había sido absorbida por un agujero negro, ya que desapareció del plano de localización de repente, pero eso fue a miles de años luz de distancia de aquí - Tarriz sonrió ampliamente – Eso lo cambia todo – musitó, sólo Lamtar entendió aquella frase del chut, pues los demás no lo sabían, pero aquél pionero de la exploración interplanetaria era ni más ni menos que el bisabuelo del actual emperador de su planeta y aquél hallazgo no era menor, en cuanto llegara el informe a oídos del emperador estaba seguro de que daría la orden de recuperar a toda costa los restos de la nave y la caja de seguridad con los archivos que desentrañarían la misteriosa desaparición de la nave a miles de años luz de distancia de aquél lugar. Tarriz informó de inmediato a Yamka acerca de aquél hallazgo, sólo quedaba esperar un par de horas para que llegara la información a su planeta y el emperador diera la orden de rescatar los pedazos de la nave; pero para Tarriz lo más importante era que eso le daría más tiempo para poder encontrar a Baxtin y Fredezi.

Mientras esperaban a que Yamka les indicara el procedimiento a seguir ordenaron a las sondas volver a la nave base, no sin peinar toda la zona de trayecto en busca de rastro de los exploradores extraviados. Una sonda sobrevolaría la zona donde antes se encontraba la nave base para que, en caso de que volvieran por allí no pensaran que habían sido abandonados y fue precisamente esa zona la que les indicó que un grupo de los humanos de cuatro brazos similares a los que habían visto prisioneros de los güigis, se encontraban precisamente en esa zona. Tarriz sabía que era posible que hubiesen sido ellos quienes capturaran a sus amigos, así que acompañado de Lamtar y cuatro robots de guerra, se dirigió hacia aquél lugar para ver si podía descubrir algo.

Volaron a gran velocidad, por lo que no tardaron mucho en llegar al lugar donde originalmente habían aterrizado, los humanos de cuatro brazos aún se encontraban ahí. Tarriz se preparó para disparar los rayos aturdidores en caso de que quisieran escapar al verlos, pero se sorprendió al ver que lejos de salir huyendo éstos les hacían señales. - ¿Nos están haciendo señales o es mi idea? – preguntó Lamtar – Estoy tan sorprendido como tú Belih, pareciera que nos están esperando – Descendieron con cautela cerca de aquél grupo, no sin poner a los robots de guerra en estado de alerta por si intentaban atacarlos, lo que parecía muy poco probable, pues eran un grupo de apenas siete de aquellos seres y el espectrógrafo no indicaba la presencia de nadie más escondido por aquella zona.

No sin cierto recelo, descendieron de la nave, aquella extraña gente les recibió con una gran sonrisa, uno de ellos se acercó lentamente con los cuatro brazos extendidos mostrando las palmas, claramente lo interpretaron como una señal de paz e imitaron el gesto invitándole a acercarse más, a un par de metros se detuvo, era un joven de cabellos obscuro y hermoso rostro, cruzó los cuatro brazos sobre su pecho y haciendo una pequeña reverencia dijo: - Bienvenidos, venimos en son de paz a buscarles – Al igual que Baxtin y Fredezi, se quedaron atónitos al escuchar a este joven hablar en su propia lengua - ¿Pe.. pero c…cómo? – tartamudeó Tarriz -, - Mi nombre es Galid, tercer hijo del doctor Asiki, consejero científico del primer ministro, he sido enviado para guiarles a la ciudad de Kohorr donde les esperan sus compañeros que seguro estaréis buscando – dijo solemnemente, - ¿Están ellos bien? – preguntó Lamtar con cierta ansiedad – Están muy bien, nul – respondió amablemente el joven sin borrar por un momento la sonrisa de sus labios - ¿Cómo es que sabe que soy nul? – inquirió sorprendida la bella joven a lo que él amplió todavía más su sonrisa – Oh, pues por las tres lunas grabadas en su uniforme… y sé muchas más cosas acerca de su civilización – continuó emocionado perdiendo un poco la formalidad, pero se contuvo de seguir dando explicaciones – Más por ahora tengo la orden de no deciros más, solamente de guiarlos, será mi padre quien os explique cómo es que sabemos tanto de ustedes – Tarriz sintió un breve impulso de ordenar a los robots que aturdieran aquella comitiva para obligar a aquél joven a que les revelara mayor información antes de aventurarse, pues pensaba que no era sensato meterse a una ciudad llena de seres que conocían perfectamente su civilización, pero de los cuales desconocían prácticamente todo, sin embrago, Lamtar, que conocía bien a su chut y con el cual tenía una relación cada vez de mayor confianza lo tomó de la mano y mirándolo a los ojos simplemente movió la cabeza asintiendo en señal de que accedieran de forma pacífica ante aquella atenta invitación.

No le tomó mucho tiempo tomar la decisión final, pues uno de los robots de guerra lo alertó sobre un gran grupo movilizándose hacia aquella zona – Llegan los güigis Belih, vienen por miles – Galid, aunque nunca había escuchado la palabra güigi, supo de inmediato a qué se referían y su rostro se tornó atemorizado – Debemos irnos cuth y nal . si los Tuarrs nos alcanzan seguramente nos matarán – dio una orden a la comitiva en el extraño idioma de aquella gente que de inmediato se puso nerviosa ante la noticia – Vengan con nosotros – dijo finalmente Tarriz, - en la nave nunca nos alcanzarán – el joven no dudó, ordenó a su gente subir a la nave y de inmediato partieron hacia la dirección que les indicó Galid.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La violencia del ser humano.

Una breve reflexión sobre la violencia implícita en los seres humanos.

"La humanidad no puede liberar­se de la violencia más que por miedo de la no violencia. (Thomas Carlyle)


La violencia es el miedo a los ideales de los demás (Mahatma Gandhi)

Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia. (Leon Tolstoi)



La violencia es el último recurso el incompetente. (Isaac Asimov)


Diariamente, los periódicos y noticieros nos muestran un mundo violento, en el que los seres humanos mueren, son golpeados, violados y abusados a manos de nuestros semejantes, la mayor parte de las películas, programas de televisión, libros y revistas, incluso los deportes, nos muestran un mundo violento, plagado de conflictos, peleas, muerte y destrucción.

Es un fenómeno curioso, pues a pesar de la indignación que nos pueda causar a algunos esto y por mucho que pensemos que no somos personas agresivas, estas imágenes y sucesos despiertan un ser violento en nosotros mismos; al escuchar que una mujer fue violada y golpeada, muchas veces he escuchado a alguien decir “deberían matarlo” o “deberían castrarlo”; con esto quiero mostrar que lejos de reprobar la violencia, queremos responder siendo aún más violentos.

Es un hecho que el ser humano no sólo tolera la violencia, sino que disfruta de ella; como prueba de esto, analicemos el éxito de las películas y series de televisión cargadas de muerte y destrucción; dentro de las cincuenta películas más taquilleras del cine, más de la mitad de ellas tratan hechos violentos, ni siquiera las películas para niños se quedan al margen de esta tendencia. Si los noticieros presentan en su mayoría noticias de este tipo es por que el mercado las exige. El ser humano es capaz de lastimar y torturar y hasta a veces, de ser golpeado y torturado simplemente por placer.

¿De dónde nace esta violencia?, ¿Es Innata o adquirida? Para responder estas preguntas, formularé otra serie de preguntas que nos darán la respuesta: ¿Qué pasa cuando un padre no le enseña a su hijo que no debe golpear a los demás?, ¿Qué pasa cuando unos padres no enseñan a sus hijos que no deben tomar las cosas de los demás?, ¿Cómo responde un niño ante otro cuando uno de ellos toma un objeto que es del interés de ambos?

Así es pues, como, sin necesidad de hacer grandes estudios sociológicos o biológicos, nos damos cuenta de que la violencia está grabada en nuestra memoria genética, por eso es que los hijos de padres violentos suelen desarrollar tendencias agresivas y los de padres no tan violentos (y disculpen que no diga no violentos, puesto que todo ser humano es capaz de generar cierto grado de violencia) resultan ser más tranquilos con ese respecto. Los seres humanos evolucionamos a partir de animales, mismos que “necesitan” la violencia para sobrevivir; no sólo los grandes animales utilizan la fuerza bruta para sobrevivir sino desde los seres unicelulares, pasando por las plantas que se matan entre ellas para poder ocupar un espacio con luz, agua y minerales que les permitan la supervivencia y la perpetuidad, hasta llegar al ser humano que se supone es el ser más evolucionado del planeta, hacen de la violencia su forma de vida.

En el reino animal, la agresividad de un animal le permite no sólo conseguir alimento, sino también asegurar la procreación y por lo tanto la perpetuidad de su especie. En el ser humano esto no es diferente, pues somos una especie relativamente joven que todavía no ha logrado el paso evolutivo para sobreponer la razón sobre la violencia y aún más, pareciera que la supuesta inteligencia de que estamos dotados, no sólo no ha eclipsado nuestras tendencias agresivas, sino que hemos utilizado formas de violencia que ningún otro ser sobre la faz del planeta es capaz de concebir. Al parecer, entre más evolucionada es una especie es capaz de crear formas mucho más refinadas de violencia, y dejando de lado un poco al ser humano, observemos a las ballenas orca, uno de los animales de mayor inteligencia y que parece que disfrutan martirizando a su alimento antes de matarlo, o los elefantes que también poseen una inteligencia avanzada y que suelen maltratar o hasta matar elefantes más jóvenes sin razón aparente. Sin embargo, se supone que nosotros somos seres superiores, más evolucionados, con una inteligencia capaz de controlar nuestros impulsos animales. Entonces: ¿Por qué no lo hacemos?

Los seres humanos, somos los seres más violentos del planeta, aunque no mostramos estas tendencias todo el tiempo, pues el factor “educación” provoca que la mayoría controlemos nuestra agresividad, pero ésta se desata fácilmente con resultados nefastos.

¿Algún día dejaremos de ser violentos? Esta es una pregunta sumamente difícil de responder, pues la historia evolutiva nos ha mostrado que es necesario pelear para sobrevivir y eliminar estas conductas nos podría dejar en desventaja contra otras especies que habitan el planeta.
¿Eliminar la agresividad de tajo, implicaría que no fuéramos capaces de responder ante el ataque de digamos: un perro, con el paso de los milenios, el perro se daría cuenta de que el ser humano es débil y una presa fácil y dejaríamos de ser el amo para convertirnos en la presa? , ¿Todos los demás seres irían aprendiendo esta lección?. O bien, ¿Al dejar de ser violentos, dejarían de morir millones de personas anualmente, aumentando exponencialmente la de por sí ya crecida población, dejándonos sin recursos, llevándonos directamente a la extinción?
Yo pienso y "quiero creer" que no. Que la inteligencia del ser humano le llevaría a conservar su supremacía sobre el reino animal y aprendería a controlar su natalidad para dejar de violentarse con el entorno, y de que al contrario de lo que piensan muchos la violencia NO ES: “Un mal necesario”. Esto por supuesto, son meras especulaciones, pero me llevan a la triste y desalentadora conclusión de que, en tanto el ser humano no evolucione, de alguna forma, la violencia seguirá imperando entre nosotros, la constante generación de violencia evitará que nuestra memoria genética se modifique, y seguiremos cargando con esa serie de genes más animales que humanos que impiden que los hombres de una vez por todas, nos convirtamos en: Verdaderos seres humanos.
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Arturo Parra Lemus (18 de Septiembre 2009)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Los Exploradores, Capítulo IV

Ferdezi no pudo preguntar al extraño personaje cómo es que sabía hablar su idioma, pues cada que intentaba acercarse a él, uno de los guardias le cerraba el paso y aunque no entendía su idioma, estaba claro que no le permitirían cruzar más palabras con él. Caminaron a través del claro hasta internarse de nuevo en la selva; era una noche hermosa, la temperatura había descendido y el fresco viento soplaba del este apagando el sofocante calor selvático. Tomaron por una senda que se dirigía hacia una colina, donde comenzaron a ascender hasta llegar a la cima para luego descender por el otro lado de la misma; fue al ir bajando por la ladera cuando notaron que otro grupo de cuatro de estos seres venían siguiéndolos a una distancia de unos cincuenta metros, pero no era simplemente una escolta, eran lo que después conocerían como “los borradores”, cuya labor consistía en ir borrando las huellas de sus pasos, movían troncos y cubrían con hojas el camino, además de venir rociando un líquido aromático que borraba por completo el aroma de los caminantes. Para los exploradores este detalle era insignificante, pues por mucho que borraran las huellas, sus compañeros serían capaces de encontrarlos por medio del rastreador electrónico.

La caminata continuó por un par de horas, siempre en ascenso; Suspani Baxtin y Maluen Fredezi comenzaban a sentirse fatigados, el día había sido agotador y habían caído en la trampa justo en el momento en que habían decidido retirarse a descansar. Al llegar a un cañón que entre la oscuridad de la noche y la profundidad no se alcanzaba a divisar el fondo, el guía se detuvo e hizo sonar un cuerno varias veces; era un sonido muy dulce. Al otro lado del cañón un sonido similar respondió y nuevamente el guía hizo sonar su cuerno, durante un par de minutos los cuernos conversaron entre sí, hasta que finalmente vimos al otro lado otros seis seres de cuatro brazos que extendían un puente para unir las dos orillas. Cruzaron y sin siquiera cruzar palabra con los vigías siguieron el camino mientras éstos retiraban inmediatamente el pesado puente.

Un par de kilómetros más adelante por fin los exploradores vieron algo que los dejó boquiabiertos; era una pequeño pero hermoso poblado; las casas tenían forma de gruesos árboles; al principio pensaron que así era, más al acercarse notaron que habían sido fabricados y luego decorados con pequeños árboles que simulaban ser las ramas de un gran árbol, sus raíces descendían envolviendo la estructura central de las casas hasta llegar a la tierra de donde se alimentaban. Era muy tarde por lo que no había gente en las empedradas calles, sólo en algunas se podía observar a través de las ventanas una luz que titilaba. Caminaron por lo que seguramente era la avenida principal del poblado, pues tenía en medio un camellón con jardines muy bien cuidados y farolas encendidas con aceite que iluminaban sus pasos; siguieron su marcha hasta llegar a otra avenida ancha que ascendía ligeramente hacia la izquierda; allí giraron para seguirla unos trescientos metros más hasta llegar a una construcción formada por siete de estos árboles fabricados grandes que se conectaban entre sí en varios niveles por medio de puentes. El hombre que había hablado antes con ellos les pidió que los siguieran hasta lo que claramente era una habitación y ellos obedecieron. Primero entró el guía y encendió un par de lámparas de aceite, entonces pudieron contemplar la hermosa habitación. Estaba lejos de ser una choza de aspecto primitivo, era redonda de unos seis metros de diámetro, en un extremo, se encontraba lo que claramente era una confortable cama redonda, a un costado, un pequeño tocador semicircular con tres cajones, al otro costado, había una mesa igualmente redonda con cuatro sillas; las paredes estaban pintadas de un color crema con hermosos y finos dibujos de animales, desconocidos para ellos, en color marrón. Tenía un par de ventanas cubiertas por cortinas de una tela gruesa y suave como el terciopelo y una chimenea. Una puerta que conducía a un baño perfectamente acondicionado con una tarja, una tina y un W.C.

Suspani y Maluen estaban realmente asombrados, por un momento se sintieron como en uno de esos hoteles que conocían en las montañas de su país, si no fuera por los extraños seres que los rodeaban hubiesen creído que estaban de nuevo en casa, celebrando de unas románticas vacaciones de primavera. Intentaron formular algunas preguntas, pero el evasivo guía sólo se limitó a decir con ese característico sonido gutural: - Ustedes invitados, descansar, mañana mucho que hacer – y se retiró de la habitación. Al quedarse solos tuvieron el impulso de escapar de allí, pero al ver que no habían dejado guardias y recordar que el largo trayecto les sería imposible de recorrer sin ayuda de sus instrumentos o algún guía, se relajaron y se acostaron a dormir tras beber del delicioso elixir caliente que les ofrecieron.

Los otros cuatro exploradores llegaron a la zona en donde habían desaparecido sus compañeros una hora antes, sin saber que en esos momentos, éstos se encontraban de camino hacia el hermoso poblado de hombres de cuatro brazos. - ¿Cómo es posible que no estén aquí? – Preguntó retóricamente un tanto enfadado Tarriz, - ¿En qué estaban pensando al quitarse el rastreador? - replicó - No creo que ellos se quitaran el rastreador cuth Tarriz – señaló Preden mientras desenterraba los rastreadores de una parte del fondo de la trampa. Al ver esto a todos se les heló la sangre, quien fuera que los hubiese capturado, no se trataba de seres estúpidos, pues habían sido perfectamente capaces de encontrar los pequeños dispositivos de rastreo y quitárselos. Cualquier cavilación que hicieran, sería por supuesto inexacta; de lo único que estaban seguros es que de alguna forma, quien los había capturado conocía esta tecnología y la había buscado a propósito para evitar ser localizados, de ninguna forma había sido obra de la casualidad.

Firo Tarriz se comunicó con la gal Yamka para informarle de lo sucedido, sin embargo, la gal, temerosa de perder más hombres se negó a enviar más ayuda, pues según les había informado, dos de los encargados de la construcción de la puerta de salida habían sufrido un accidente y se encontraban hospitalizados, por lo que habían tenido que ser reemplazados y el resto del personal se encontraba atendiendo las necesidades de la nave nodriza. – Tienen tres días para encontrarlos - le había dicho – y si para entonces no los encuentran, será mejor que ustedes abandonen ese lugar y vuelvan a la nave, cuando menos, hasta que la puerta sea completada y lleguen los refuerzos – Tarriz no discutió la lógica de su gal, pues sabía que tenía razón, no podían exponerse a perder más hombres sin poner en riesgo la vida del resto de la tripulación, así que obedeció y de inmediato trazó un plan de búsqueda.

Los exploradores se separaron nuevamente en parejas, trazaron una línea imaginaria a partir de la cual iniciarían la búsqueda en ambos sentidos y partieron, volando en unos pequeños vehículos biplaza que por su tamaño les permitían volar casi al ras del suelo y navegar entre densos bosques, seguidos de un par de robots de guerra cada equipo. No había pasado media hora de que se habían separado cuando Preden activó la señal de alerta, Lamtar elevó la nave por encima de los árboles para llegar más rápidamente hacia el punto de la señal, debían moverse rápido, no querían darle oportunidad a lo que fuera que habitaba ese planeta, de hacer desaparecer también a Atrion y Preden; cuando llegaron a la zona de la señal observaron a sus compañeros rodeados por unos tres mil seres deformes, tenían un aspecto antropoide, pero desde lejos se alcanzaban a ver protuberancias, jorobas y deformidades poco humanas en el cuero y rostro.

Los seres atacaban de forma muy desordenada arrojando piedras, lanzas y flechas sobre los exploradores, eran tantos que, los robots de guerra apenas podían contener la lluvia de proyectiles destruyéndolos en el aire. El vehículo de Atrion y Preden se encontraba envuelto en llamas, lo otros dos robots se sumaron a la refriega disparando contra las dos avanzadas que planeaba cercar a los jóvenes astronautas. Desde lo alto, Tarriz pudo contemplar muchos más de estos seres corriendo a paso veloz hacia la zona de la batalla. Ordenó a los robots formar un cerco que les permitiera aterrizar y de esta forma rescatar a sus compañeros.

Los cuatro robots, de forma esférica, rodearon a los exploradores disparando contra los proyectiles y los agresores, esto permitió a Lamtar maniobrar la pequeña nave para descender en medio de aquella lluvia de todo tipo de objetos, al ser una nave tan pequeña, tuvieron que apretujarse Tarriz y los otros dos en un asiento para permitir a Lamtar maniobrar libremente, ésta elevó la nave y voló rápidamente hacia la nave base. Tarriz ordenó a los robots elevarse también hasta quedar fuera del alcance de los iracundos seres, pero que no los perdieran de vista.

Durante el corto trayecto hacia la nave, Atrion narró lo sucedido, diciendo que se habían visto sorprendidos por una gran red entre los árboles que les había hecho perder el control; fueron expulsados de la nave por el sistema de seguridad, pero antes de que pudieran deshacerse de la burbuja protectora, ya se encontraban rodeados por un gran número de estos seres – Salían por todos lados – recitaba la joven analista – de no haber sido por que los robots se pusieron de inmediato a la defensiva, seguramente ahora no estaríamos contando esto –

Llegaron a la nave, y abordaron un vehículo más grande, activaron los otros veintidós robots de guerra que llevaban consigo y regresaron rápidamente a la zona de batalla. Habían pasado unos treinta minutos desde el rescate cuando volvieron a esa zona, los estúpidos seres no cesaban de arrojar sus lanzas contra los robots sin poder alcanzarlos, lo único que lograban era herir y matar a sus compañeros con sus mismos proyectiles; La computadora hizo un conteo rápido, eran más de cuarenta mil de estos seres los que se habían sumado ya; chillaban y aullaban de forma estridente, algunos de dolor, otros con impotencia al ver que no eran capaces de provocar daño alguno a los robots. Lamtar posó la nave unos treinta metros sobre la gran mancha; Tarriz ordenó a los robots atacar por cuatro frentes para encerrarlos y disparar para aturdir y dejar inconsciente, no para matar.

Los eficientes robots, se posicionaron formando un gran cuadro que encerraba a los agresores y comenzaron a disparar; caían rápidamente como un enjambre de insectos rociado, sin embargo, eran tantos y tan pocos robots, que la batalla duró hasta cerca del amanecer, pues el efecto aturdidor sólo duraba un par de horas y se volvían a levantar, haciendo más difícil la labor sin que los monstruos se resignaran y se dieran por vencidos intentando huir como lo esperaba Tarriz. Al caer el último, finalmente Belih descendió la nave; Aliviados de que por fin los necios seres se encontraran todos aturdidos, capturaron a cinco de ellos, que parecían ser los líderes y volvieron a la nave base esperando poder comunicarse con ellos y que les dieran pistas sobre el paradero de sus amigos extraviados.

- ¿Cree usted que se encuentren vivos cuth? – preguntó Atrion, ante lo cual se desdibujó el rostro de Tarriz, a pesar de lo que había visto, de la agresividad de aquellos seres y la necedad con que atacaban sin retirarse a un objetivo inalcanzable, no había contemplado esa posibilidad, sin embrago, algo dentro de sí, le decía que sí, que estaban vivos y que todavía era tiempo de rescatarlos. – Esperemos que sí nul – respondió sin mucha convicción.

Llegaron a la nave base y bajaron a los apestosos y deformes seres todavía inconscientes y los esposaron de pies y manos. En tanto recobraban el sentido prepararon un frugal desayuno e informaron a la nave nodriza de lo acontecido, la gal Yamka les ordenó retirarse del planeta de inmediato, pues entre las órdenes del emperador estaba la de no iniciar una guerra contra ninguna civilización encontrada por primitiva y violenta que ésta fuera. Los demás no escucharon la fuerte discusión entre su cuth y su gal, pero sabían de alguna forma qué estaba sucediendo. Finalmente, Tarriz se negó a dejar a sus compañeros atrás sin saber la suerte que habían corrido a lo cual Yamka no tuvo más remedio que ceder y otorgarles un par de días más de plazo para averiguar la suerte de los astronautas extraviados. Tras el desayuno, decidieron descansar un rato, pero el cansancio era tal que no pudieron evitar quedarse dormidos.

El sol comenzaba a calentar el pequeño bosquecillo en que se encontraban Suspani y Maluen; al despertar la joven, le tomó un minuto recordar y hacer conciencia de dónde estaban, habían dormido tan plácidamente sobre aquella cómoda cama que pasaron la noche tranquilos y aunque ellos no lo sabían, algo había tenido que ver el relajante y delicioso tónico perfumado que les habían ofrecido de beber la noche anterior. Despertó a Ferdezi y ambos se pusieron en pié, a lo lejos se escuchaba el leve murmullo de un poblado que comienza a despertar, se asomaron a la puerta, pero no había nadie y decidieron esperar, en tanto, se asearían, se sorprendieron de encontrar agua caliente para la tina y se dieron un baño, aunque tuvieron que vestir las mismas ropas; fue entonces cuando Baxtin descubrió algo que les hizo paralizarse - ¡Los rastreadores!… ¡No están!- En vez de ellos había dos pequeños guijarros, esto había impedido que se dieran cuenta la noche anterior, pues al tocar el cuello de la camisa, podían sentir algo, que ellos pensaban era el rastreador, pero al vestirse de nuevo aquella mañana, la juven había notado una pequeña rasgadura en el cuello y descubierto los guijarros. - ¿Cómo es posible que supieran de los rastreadores? – Este hecho desanimó un poco a la pareja, pues a pesar de la aparente amabilidad de estos seres de cuatro brazos, se encontraban cautivos y sin posibilidad de ser encontrados, ¿Cómo iban a poder seguirlos hasta ese escondido lugar?, ¿Qué planes tendrían para ellos esos hombres? El tranquilo despertar pronto se volvió un inquieto y temeroso esperar, no se atrevían a salir, pero no se resignaban a quedarse quietos sin saber qué esperar.

Tras una hora de espera habían decidido Salir cuando alguien tocó la puerta y escucharon una voz femenina: - ¿Han despertado ya? – Su corazón dio un vuelco al escuchar estas palabras en su propia lengua, que, a diferencia de el hombre de anoche tenía una clara pronunciación, a esta nueva sorpresa sólo atinaron a responder afirmativamente, entonces la voz nuevamente preguntó -¿Puedo pasar? – esto era demasiada cortesía para cualquier ser que pretendiera hacerles daño, por lo que se tranquilizaron y nuevamente respondieron afirmativamente; en ese momento penetró por la puerta una bella y esbelta mujer, de no ser por los cuatro brazos tan característicos de aquella raza, hubiesen jurado que se encontraban frente a la reina de la belleza de su país, su vestimenta no era para nada rudimentaria como la de los guardias que los trasladaron la noche anterior, aunque sencilla, era muy elegante, con ricos bordados dorados, de su cuello pendía un collar al parecer de oro, con un dije nacarado tallado exquisitamente .

La joven belleza, llevaba en sus manos superiores una charola con lo que era un más que abundante desayuno, tazones con una exquisita bebida de alguna fruta, frutas, una mezcla de lo que parecían cereales y un trozo de carne ahumada de algún animal que al principio dudaron en probar, pero una vez que lo probaron les resultó realmente exquisito, el sabor era suave y ligeramente dulce; distinto a cualquier tipo de carne que hubiesen probado antes, los frutos también eran muy buenos, pudieron reconocer el sabor cítrico en un par de ellos y otros tan dulces y sabrosos como frambuesas. La mujer se retiró rápidamente evadiendo casi todas las preguntas, pero siempre amable y sonriente, se limitó a preguntar si habían descansado, al momento de salir les dijo: - Coman y si quieren descansen o pueden salir a conocer el pueblo, mi padre viene en camino, es él quien debe responder a sus preguntas… no deben temer por su seguridad – finalmente salió de la habitación tras regalarles una amplia y hermosa sonrisa y hacer una elegante reverencia. Ambos jóvenes comieron hasta quedar ahítos y se dispusieron a salir para reconocer aquél poblado tan lleno de sorpresas.

Entre tanto, en la nave base, Tarriz despertó abruptamente al escuchar los horribles berridos de los prisioneros, al ver que el sol ya había ascendido se lamentó por haber sido vencido por el sueño, despertó a sus compañeros y se dirigieron hacia donde se encontraban los monstruos atados de pies y manos. - ¿Dónde están nuestros compañeros? – preguntó agresivamente Tarriz, haciendo señas también para ver si lograban entenderle, los deformes hombres lejos de responder o intentar comprender, se revolvían en un vano intento de liberarse de sus ataduras. Por más de una hora intentaron por todos los medios de calmarlos y comunicarse con ellos, pero al ver que no cesaban de gritar y chillar se dieron por vencidos. Tras discutir las opciones, Atrion sugirió ponerles un rastreador y dejarlos libres para poder seguirlos. Nuevamente los sedaron y colocaron en sus apestosos ropajes un par de rastreadores a cada uno, los subieron a la misma nave en la cual los habían traído y volvieron a la zona de la batalla.

Al volver a esa zona se encontraron con un espectáculo lamentable, había cerca de tres mil cadáveres regados por la zona, habían sido despojados de sus ropas sin ningún cuidado y ahora se hallaban pudriéndose al sol de la mañana; aves y otros animales carroñeros disfrutaban de aquél festín macabro. Algunos de los cuerpos se movían, indicando que todavía estaban vivos, aunque por mucho tiempo. Por un momento pensaron en descender y curar a los heridos, pero no podían retrasarse en una labor que seguramente les hubiese llevado todo el día. Todos se sintieron culpables por aquella masacre, pues aunque personalmente no habían herido a ninguno, sí habían provocado que la estupidez de estos seres los llevara a matarse entre ellos. – Pudimos simplemente haber huido – se lamentó el cuth. Lamtar lo tomó de la mano mientras unas cuantas lágrimas resbalaban por sus mejillas; Atrion rompió a llorar sin poderse contener debido a la gran culpa que la invadía y Preden simplemente enmudeció sintiéndose miserable. No les quedó más remedio que sobreponerse a su dolor y continuar con el plan; eran conscientes de que no podían dejar a los cautivos inconscientes en esa zona, pues quedarían expuestos a los depredadores, se alejaron un par de kilómetros para dejarlos en una zona que parecía segura; Descendieron en medio de una pequeña arboleda a la orilla de un riachuelo y bajo la sombra de los árboles los dejaron: En silencio y llenos de dolor, esperaron escondidos hasta que despertaran para poder seguirlos.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El Señor Complejos

El “señor complejos” se siente tan pequeño, que busca a toda costa humillar a los demás. Ha pasado su vida pegado a los libros en busca de la información que justifique sus debilidades, no que las cure; cree saberlo todo, pero ignora que es un acomplejado. No piensa que la gente le tenga lástima por ser acomplejado, sino que le tienen envidia por ser mejor que ellos; de ninguna forma acepta ser grosero y amargado, más bien piensa, que por sus mordaces comentarios los demás lo consideran ingenioso y vivaz.

El “señor complejos” de ninguna forma cree que está solo por ser insoportable, más bien siente que los demás se alejan al sentirse poco dignos de su presencia. Piensa que el látigo es la mejor forma de hacer que las personas accedan a sus caprichos y que aquellos que somete, lo admiran y respetan. Dice ser feliz de que le teman, sin darse cuenta que más que temor es asco por lo que le dan la vuelta.

El “señor complejos” no sabe respetar, asegura ser el único digno de ser respetado; su tiempo es oro y el de los demás arena; su palabra es ley y necedad la de los demás, sus pertenencias tesoros y nada más es valioso. No sabe reír ni se atreve a llorar creyendo que son signos de flaqueza.

El “señor complejos” no se da cuenta de que el mayor tesoro de la vida es el amor, de que el mejor regalo es una sonrisa, que un aplauso es la mayor expresión de respeto y admiración de un grupo, que el buen comentario es un signo de fortaleza y no de debilidad, que las lágrimas limpian el alma, no ensucian el rostro, que la compasión y la caridad son los mayores signos de fortaleza de un ser humano; que un niño es un maestro sabio, no un pupilo ignorante y estorboso.

Y al llegar la noche; los complejos del señor afloran más, tiene miedo, llora internamente, extraña la seguridad de la luz del sol sin poder admirar la belleza de la luna y las estrellas… todo lo que cree se tambalea, pero no lo acepta; ha pasado tanto tiempo razonando sobre sus verdades que ya le es imposible reconocer la realidad, no duerme buscando hallar la respuesta de: ¿Por qué el mundo es tan injusto conmigo? En vez de preguntarse: ¿Por qué yo he sido tan injusto con el mundo?

Pobre del “señor complejos”; tan solo, tan amargado y tan infeliz; viviendo su vida sumido en una profunda depresión… pobre por que: No sabe que al morir ni una sola lágrima será derramada, a nadie le dará tiempo de recordar su inútil existencia; ignora que la vida no lo necesita y que nunca ha buscado trascender de ninguna forma; jamás se ha dado cuenta de que tuvo más de una oportunidad para ser valiente y enfrentar sus complejos y sus miedos; en ningún momento ha pasado por su mente el hecho de tratar de hacer feliz a alguien sino que constantemente ha tratado de arrastrar a todos hacia su pozo de infelicidad; sus bienes serán descuartizados por los buitres de lo material y en muy poco tiempo… su nombre, su esencia y su todo serán olvidados.

martes, 1 de septiembre de 2009

Los Exploradores, Capítulo III

Tras dos semanas de viaje, el Téloc al fin disminuyó su velocidad a un par de años luz del sistema que planeaban explorar. En esa zona llevarían a cabo dos misiones: La primera consistiría en armar la puerta de salida, para conectarla con la última que habían construido y así completar otro par más que les permitiría viajar de forma instantánea hacia el punto donde se encontraba su gemela. La segunda, consistiría en explorar el sistema planetario que se encontraba cerca.

A pesar del agotamiento de la tripulación, esta nueva etapa había renovado sus fuerzas, tenían muchas esperanzas de por fin encontrar un planeta habitado con vida inteligente, aparte, la construcción de la puerta, les garantizaba un pronto retorno; la mayoría de los tripulantes esperaban que, de fracasar esta misión la gal Yamka ordenaría el fin de la misión y todos podrían volver a casa. Pero ni Yamka ni Tarriz tenían la menor intención de terminar con la misión, pues habían mandado ya el mensaje al emperador para que les enviara refuerzos y éstos venían en camino, llegarían en cuanto estuviera terminada la nueva puerta; esperaban que con esta acción los tripulantes quisieran continuar, y de no ser así, podrían volver en la nave que transportaba los refuerzos.

La nave se detuvo cerca del campo energético; aunque ya habían visto este espectáculo muchas veces, siempre resultaba un placer ver esos campos llenos de energía; los ciento de colores que emitían este tipo de campos eran casi hipnóticos, parecían tener vida propia, danzando y refulgiendo como una aurora boreal.

El equipo de Quetiz estaría encargado de la construcción de la puerta; le acompañarían en la tarea: Johbé, Duama, Pelezi, Galiun, Repez y Numez. Mientras que Tarriz, acompañado de Lamtar, Atrion, Preden, Baxtin y Ferdezi estarían encargados de explorar el sistema planetario cercano.

El primer equipo en iniciar su labor fue el de Quetiz, el segundo equipo tendría que esperar un par de días en lo que la sonda volvía y se analizaban los resultados del análisis planetario. Mientras tanto, Tarriz y su equipo, revisaban una y otra vez la nave, cargaban los alimentos, chequeaban que los robots estuvieran en perfecto estado y repasaban el plan.

La sonda volvió al día siguiente con resultados bastante esperanzadores, en uno de los planetas el escáner había detectado grandes cantidades de agua, una atmósfera y vegetación; esto era bastante alentador para el equipo, pues de no haber encontrado nada, se habrían tenido que limitar a la construcción de la puerta y muy probablemente al fin de la misión. Tras haber analizado la información traída por la sonda, finalmente Tarriz y su equipo se pusieron en marcha hacia aquél planeta.

Viajaron durante aproximadamente tres horas hasta el punto donde tendrían que disminuir la velocidad por debajo de la de la luz; el planeta, como todos aquellos que habían encontrado con vida, era hermoso, azul con grandes masas de tierra; era orbitado por dos pequeñas lunas ubicadas una a cada extremo del planeta; hicieron las primeras mediciones, llegando a la conclusión de que estas recorrían la misma órbita a la misma velocidad, por lo que nunca se llegaban a encontrar, calcularon la velocidad de rotación del planeta y mandaron otras cuatro sondas robóticas que, controladas por ellos aterrizarían sobre el planeta para verificar las condiciones atmosféricas, la temperatura, posibles agentes virales o bacterianos que pudieran afectarles, tomarían muestras y enviarían hacia la nave imágenes del planeta. Entre tanto, permanecerían orbitando el planeta analizando la información,

Las primeras imágenes llegaron a ellos unos pocos minutos después de haber lanzado las sondas, tal como lo había confirmado la primera sonda, era un planeta con vida activa y al parecer, con la mayor diversidad de especies que habían encontrado hasta entonces, aunque no encontraron ningún rastro de civilización. Según la información recibida, el aire podría ser respirado por ellos, encontraron algunos agentes nocivos; esto no era nuevo, en los anteriores planetas con vida que habían encontrado siempre había algún agente patógeno, en un par de ocasiones no habían podido bajar sin trajes protectores, pero en el resto, la computadora había sido capaz de crear al suero de inmunidad, en esta ocasión, no habían encontrado ningún agente para el cual la computadora no hubiese podido crear vacuna.

Tras un par de días, las sondas regresaron con las muestras obtenidas y la computadora inició la fabricación del suero de inmunidad mientras los astronautas analizaban las muestras obtenidas. Era increíble como la naturaleza repetía los mismos patrones en todos los planetas, formando un perfecto equilibrio entre la diversidad de especies, nuevamente encontraron insectos, plantas, aves, reptiles, mamíferos, peces y en general grupos de seres vivos parecidos a los que estaban acostumbrados; en un par de ocasiones habían encontrado otro tipo de organismo desconocido, pero aún así la estructura bioquímica seguía repitiendo el mismo patrón de: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno.

Finalmente llegó el momento de descender al planeta, pues, aunque no habían encontrado muestras evidentes de civilización y por lo tanto de vida inteligente, tendrían que bajar para capturar a especies mayores y a explorar más detenidamente el planeta con esperanzas de encontrar algún rastro de inteligencia primitiva; tras nombrarlo como: Kamiriath que en una lengua antigua significaba “Entre las dos lunas” se dirigieron al hermoso planeta para llevar a cabo su misión.


Tarriz decidió aterrizar en la zona ecuatorial del planeta, eligió descender en una gran explanada cerca de una costa de hermosas aguas azules donde en ese momento, comenzaba a amanecer; en esa zona del planeta hacía mucho calor, se encontraban cerca de los cuarenta grados. Antes de descender de la nave hicieron los últimos estudios para garantizar que el aire que respirarían no sería nocivo, con resultados positivos. El grupo se dividiría en tres equipos, Tarriz y Lamtar viajarían al norte, Atrion y Preden al sur y Baxtin junto con Ferdezi explorarían la zona ecuatorial; la exploración la realizarían en unas pequeñas naves de tierra. Tras ultimar detalles por fin cada equipo partió hacia su zona asignada, acamparían y se reencontrarían dos días más tarde.

- Siempre es emocionante explorar un nuevo planeta ¿no cree usted cuth? – Preguntó Lamtar – Ya lo creo nul Lamtar, pero le agradecería que me llamara por mi nombre y sin tantas formalidades cuando estemos solos – respondió Tarriz; Lamtar se sonrojó ante la petición de su cuth, pero asintió, - está bien, pero sólo si usted hace lo mismo – Tarriz le dedicó una sonrisa – Pues cortemos el hielo pues… Belih, que por cierto es un nombre muy lindo: Belih “Luz de la mañana” - . Era la primera vez que Lamtar escuchaba a Tarriz pronunciar su nombre, le agradó bastante escucharlo y más el saber que el cuth sabía lo que significaba su nombre y sintió no poder corresponder pues ella no tenía ni idea de lo que significaba el nombre de Tarriz : “Firo”; como adivinando lo que ella pensaba él dijo: - No significa nada – lo miró extrañada de que hubiese adivinado su pensamiento – Fue un nombre que inventaron mis padres, tomaron las primeras dos letras de cada uno de sus nombres : Romhtar el de mi padre y Fithir el de mi madre, así formaron mi nombre – recalcó el cuth. – Pues me gusta – respondió Belih Lamtar - Se escucha bonito – dijo correspondiendo a la atención del cuth; él la miró incrédulo – No me gustan las mentiras, aunque sean por amabilidad – le dijo sonriendo – hay que aceptar que es un nombre horrible – Belih se sintió un poco apenada al principio por este comentario, sin embargo no pudo evitar darle la razón; - Tienes razón, ¿Firo?... ¿En qué estaban pensando tus padres? – se miraron y sin poderse contener soltaron una sonora carcajada. Por fin habían roto por completo ese hielo tan espeso que ambos se morían por derretir desde hacía tiempo; y es que en una organización tan rígida como la milicia espacial se acostumbra a la gente diría yo: en exceso, a la formalidad; incluso entre amigos.

Después de volar durante quince minutos llegaron a una zona que les pareció interesante para explorar; desde lo alto habían visto una gran manada de algún tipo de mamífero cuadrúpedo, al parecer un bovino grande moviéndose hacia el norte, donde se encontraban unos inmensos pastizales que circundaban un enorme lago alimentado por un gran río que se formaba a partir de siete brazos que era claro que descendían de las montañas que se encontraban al oeste de esa zona. Alrededor de la gran manada vieron otros grupos más pequeños de rebaños que seguían y se mezclaban con la gran manada y alejados del gran grupo, pequeñas familias de otras especies de animales que dedujeron serían los depredadores. Asumieron que la manada se dirigía hacia los pastizales y llegarían allí muy pronto, sería una magnífica oportunidad para estudiarlo y tomar fotografías y si les era posible, capturar algunos de aquellos extraños animales. Con ayuda de los robots, instalaron un elegante campamento en una zona rodeada por rocas y mientras esperaban la llegada de la manada se dedicaron a recolectar muestras de vegetación; el pequeño robot vigía se elevó unos diez metros por encima de ellos para avisar de cualquier contratiempo.

Baxtin y Ferdezi, que se habían casado poco antes de embarcarse en la misión, no habían tenido que viajar, más que un par de minutos, pues la franja ecuatorial en todos los planetas solía ser más cálida y húmeda, factor que favorecía a la formación de una zona selvática. Establecieron su campamento base a pocos kilómetros de la nave y procedieron a explorar la zona. Hacía mucho calor, sin embargo, sus trajes contaban con un sistema inteligente de enfriamiento y calefacción que les permitía mantenerse siempre a una temperatura agradable. Instalaron su campamento en un pequeño claro cerca de un río no muy caudaloso, tras analizar el agua se aventuraron a probar un sorbo. – Está deliciosa – comentó Ferdezi, era la primera vez en casi cuatro años que tomaban agua natural, pues el agua de la nave era fabricada a partir de los elementos químicos que la componían y como siempre habían dicho: Jamás sería igual a la que fabrica la naturaleza. En los planetas explorados anteriormente, a pesar de haber encontrado agua en abundancia, ésta no era potable, pues contenía grandes cantidades de compuestos químicos que les hubieran hecho enfermar, este era el planeta más parecido a su lugar de origen que habían visitado, con una rica diversidad de especies que, sería imposible estudiar y catalogar en las dos semanas y media que tenían para concluir con la visita antes de que la puerta fuese concluida por el equipo de Quetiz.

Había tantas muestras que recoger que no sabían por dónde comenzar, así que siguiendo el protocolo, se avocaron a recoger muestras minerales y botánicas antes de comenzar con el estudio de la fauna. En esa zona del planeta había una gran cantidad de aves, una de ellas llamó especialmente su atención, no sólo por su hermoso colorido, sino por la belleza de su canto. Mientras recogían una muestras de una especie de musgo, el robot vigía mandó una señal de alerta, se acercaba un animal de gran tamaño hacia ellos; los exploradores empuñaron sus armas; tras un par de minutos por fin lograron divisarlo, era una especie de reptil de gran tamaño; su cuerpo era alargado con una cabeza redonda de la cual brotaban tres pequeños cuernos afilados y hocico chato, tenía ocho patas y una piel escamosa de color verde con manchas de un rojo brillante.

El animal detuvo su marcha al sentir la presencia de los extraños, al parecer carecía de una buena visión sin embargo, olfateaba el aire como intentando reconocer aquel aroma tan peculiar como desconocido para él hasta que por fin decidió que no valía la pena tratar de enfrentar esa amenaza desconocida y en un rápido movimiento giró alejándose de aquella zona. La pareja enfundó sus armas, relajados por la huída del extraño animal y continuaron con su labor de recolección.

Atrion y Preden no habían tenido tanta suerte al encontrar un área para explorar, pues la zona que sobrevolaban era árida, rocosa y con pocas señales de vida, la tierra por esos lugares era de color un tanto gris y los vientos soplaban tan fuerte que formaban grandes nubes de polvo que dificultaban la visión. Tras un par de horas al fin llegaron hacia un enorme río, éste parecía brotar directamente de la tierra y se dirigía hacia la costa siguiendo un cañón no muy profundo. En la parte superior del cañón había pequeñas zonas de vegetación, descendieron un poco para observar mejor y encontraron un pequeño y verde valle rodeado de montañas donde los fuertes vientos no arrasaban con todo. Un brazo del río se dirigía hacia un extremo del valle formando una pequeña laguna, decidieron que ese sería un buen lugar para establecer su campamento.

La vegetación de la zona era muy similar a la de un bosque, era una región fría, con enormes árboles similares a las coníferas. Descendieron cerca de la laguna y establecieron su campamento. Habían pasado unas cuatro horas cuando comenzó a obscurecerse todo. – Qué rápido anochece en este planeta – comentó Diogi Preden. Sin embargo tras observar el cielo cayeron en la cuenta de que aquello no era el ocaso, sino más bien un eclipse, una de las lunas había cubierto parcialmente la estrella que iluminaba ese planeta y tras quince minutos, de nuevo se encontraban en el valle bañado por el sol del medio día; en días posteriores se darían cuenta de que éste, era un fenómeno regular en aquél planeta, una de las lunas eclipsaba diariamente antes del medio día.

El resto del día, las tres parejas de exploradores se enfocaron en recoger y analizar muestras de plantas e insectos, con cada nuevo resultado se asombraban aún más al encontrar que la vida en ese planeta no era tan distinta a la que poblaba su propio mundo.

Cerca de la media noche, Firo y Belih se encontraban cenando cuando sonó una señal de alarma; rápidamente Tarriz atendió el monitor para ver de qué se trataba – La señal viene del campamento de los kiji Baxtin y Fredezi – Lamtar ejecutó el programa de búsqueda que le permitiría verlos desde su robot vigía, sin embargo, no los vio por ningún lado – No los veo Firo, están fuera del rango del vigía – Tarriz ejecutó entonces el programa de los rastreadores y los localizó ciento veinte kilómetros al este de la zona de aterrizaje, justo por debajo de donde se encontraba el vigía – Muéstrame de nuevo la imagen del vigía – Firo observó detenidamente la imagen que llegaba desde el vigía – ¡Ahí! – Exclamó – Haz un acercamiento en esa zona – Dijo señalando, lo que parecía un hueco en la tierra – Lamtar dirigió al vigía hasta posicionarlo justo por encima de la zona indicada por Tarriz e hizo un acercamiento de la cámara; Ambos se quedaron mudos al ver la imagen - ¿Es eso lo que parece? – Preguntó al fin Belih – No estoy seguro, será mejor que vayamos pronto, podrían estar heridos o en peligro - . Por el intercomunicador Atrion preguntó qué había sucedido pues ella también había recibido la señal de alarma; - No estamos seguros, pero creemos que cayeron en lo que parece ser una trampa de caza – respondió Lamtar - ¿Está usted segura Nul Lamtar? – Replicó extrañada la analista – Como dije Nul Atrion, no estamos seguros, mire usted misma las imágenes – Atrion observó las imágenes y tuvo la misma sensación que Belih y Firo: Aquello era casi sin duda una trampa. - ¿Cuál es la orden cuth Tarriz? – Preguntó Atrion – Regresen a la nave cuanto antes y activen cuatro robots de guerra, nul Lamtar y yo iremos hacia el campamento de los kiji para intentar sacarlos de ahí antes de que sean encontrados por lo que sea que haya puesto esa trampa allí –


Baxtin y Fredezi despertaron cinco minutos después de haber caído a través de un túnel de casi cinco metros de profundidad. Se habían visto sorprendidos, pues se encontraban caminando juntos mirando hacia la hermosa luna de color violeta cuando escucharon el crujir de ramas que se rompían y cayeron al vacío sin poder reaccionar a tiempo; se encontraban adoloridos debido a la caída, atados de pies y manos sobre un terreno fangoso; en la penumbra no alcanzaban a distinguir bien los detalles, pero no estaban solos en aquella pequeña caverna, escuchaban lo que parecían voces de un idioma irreconocible. - ¿Cómo estás? – Preguntó Fredezi a su esposa – creo que bien, me duele un poco la pierna derecha, pero no creo que esté rota ¿Y tú? - , - Creo que me abrí la cabeza, siento dolor y como si brotara la sangre, pero no creo que sea grave debe ser sólo un pequeño raspón, debí haberte hecho caso y no haberme quitado el casco… ansiaba tanto sentir el aire fresco… ¿Cómo pudimos haber caído en una trampa tan primitiva? – Se lamentó el joven – Creo que nunca esperamos que algo así sucediera, pero estamos vivos y es cuestión de tiempo para que nos encuentren – comentó la joven quien con mucho esfuerzo logró acercarse a él y tomarlo de la mano.

Escucharon algo que más que una voz parecía una serie de gruñidos, al parecer los guardias los habían escuchado y entraron cuatro seres que caminaban sobre dos piernas, pero tenían cuatro brazos, por lo demás eran muy parecidos a los humanos, vestían de una forma muy primitiva, cubiertos con pieles de toscas costuras, su piel era un tanto azulada cubierta con grueso vello de color rojizo sus grandes ojos de color marrón oscuro los miraban con cierto recelo, dos de ellos iban armados con garrotes con espinas en una mano y antorchas en otra de las manos, no parecían ser muy altos, pero eran corpulentos, los cuatro brazos eran gruesos y fuertes; uno de ellos, que parecía ser el de mayor rango se acercó y se dirigió hacia ellos en su extraña lengua, no entendieron, pero les preguntaba que quienes eran y cómo habían llegado allí. Fredezi adivinó que significaban aquella serie de sonidos y se aventuró a contestar – Somos exploradores, venimos en paz – Al escuchar la voz del joven explorador los cuatro seres se sorprendieron y comenzaron a murmurar entre ellos; el que parecía el jefe les exigió silencio y dio una orden hacia el otro que tenía las manos libres; éste se acercó a los jóvenes y liberó sus ataduras dirigiéndoles una sonrisa amable. – Venir conmigo – les dijo tras haberlos desatado. Los jóvenes ya de por sí sorprendidos por la serie de eventos que habían vivido en los últimos minutos se quedaron pasmados al escuchar a aquél hombre hablar su propia lengua, de todas las cosas inesperadas en aquella misión esta era la más insólita de todas. - ¿Habla usted nuestra lengua? – Preguntó Ferdezi, el hombre asintió tímidamente – Necesitar conocer persona – Les dijo, mientras les pedía que los siguieran; Con más curiosidad que miedo y sin presentar resistencia los jóvenes siguieron aquél grupo de seres hasta salir del túnel hacia un claro.

jueves, 27 de agosto de 2009

Henos aquí de Vuelta

Después de un par de semanas alejados del ciber espacio, estamos otra vez de vuelta:
Quiero pedir una disculpa por dejar pasar tanto tiepo entre un capítulo y otro de "Los Exploradores" y avisarles que en breve estará listo el nuevo capítulo.
Gracias por seguirnos.

jueves, 20 de agosto de 2009

La palabra contra la imagen

En esta ocasión quiero presentar a ustedes un escrito muy interesante de mi amigo Alfredo García, (Autor de claroscuros de la mente: www.claroscurosdelamente.blogspot.com ) seguro que será de su agrado.

La palabra contra la imagen

Por Alfredo García Álvarez, autor de “Claroscuros de la Mente”, escrito especialmente para “La Belleza de la Palabra”

Antes que nada, quiero agradecer a mi buen amigo Arturo Parra Lemus, por prestarme la pluma y dejarme escribir un post para La Belleza de la Palabra. Muchas gracias y espero que lo disfruten.

Se dice que más del ochenta por ciento de los seres humanos son predominantemente visuales. Esto quiere decir que el sentido más desarrollado y con el que se obtiene un mejor impacto en la captación de la atención y retención de ideas, es por medio de la vista.

Así, es comprensible porqué una imagen puede impactar de forma eficaz, simple y compacta a un público determinado. Una imagen no requiere de traducción, es un conjunto de colores, luminosidad y figuras, que permiten trasmitir una idea o concepto de una forma más o menos sencilla. Imaginemos, a manera de ejemplo, el cuadro de la Gioconda, de Leonardo Da Vinci, la gente la captará de la una manera similar en términos similares y no se requiere de ninguna otra cosa más que de nuestra visión para captarla.

Por otro lado, tenemos la palabra, la cual puede ser expresada de manera oral o escrita y, por lo mismo, captada por medio de dos sentidos: la vista y el oído. Un orador elocuente, apoyado con un buen aparejo visual puede causar un excelente impacto a su audiencia, ya que la puede “atrapar” por medio de dos de sus sentidos. Pensemos en el Quijote de la Mancha, de Cervantes, donde se encuentra una de las obras más ricas del idioma español. Puede leerse y escucharse y obtener un cúmulo de información e ideas en relación al relato plasmado en ese libro. Incluso, aunque se pueda realizar una serie de imágenes o ilustraciones de lo que narre el libro, la experiencia no será la misma que si se lee o escucha el mismo.

Podría decirse, hasta aquí, que la imagen tiene una manera más sintética y práctica de asimilarse, mientras que la palabra se absorbe de una forma compleja, inclusive de dos maneras diferentes.

Empero, la trasmisión de ideas por imágenes o palabras es lejos de ser perfecta y ambas vías presentan inconvenientes. Por un lado, la imagen puede ser, como todo, interpretable y se puede prestar a variaciones de entendimiento de una idea con la misma ilustración. Sigamos con el ejemplo de la Gioconda: el cuadro puede ser interpretado de manera diferente en atención a la cultura, edad, intereses y formación de la persona que lo contempla. No será así lo mismo para un niño que para un anciano, o para una persona que conozca de arte a una que tenga educación básica.

La palabra, por su parte tiene “la maldición de Babel”, ya que requerimos, de entrada conocer su “código” para poder asimilarla. Si no conocemos el idioma en el que la palabra se encuentra expresada, la misma no pasará de signos y sonidos que no representan nada para la persona que los lee o escucha. Asimismo, la causa que motive a una persona a involucrarse en un libro o una conferencia puede afectar su apreciación. Pensemos una vez más en el Quijote. No será lo mismo para el estudiante de nivel secundario que tiene que leerlo a toda prisa y preparar un reporte para aprobar una asignatura, que para una persona que tiene todo el tiempo del mundo para leerlo y entretenerse con el libro.

En cuanto a la expresión oral de la palabra, pasa lo mismo. Volvamos con nuestro orador elocuente, el cual podrá apasionar a la gente que encuentre interesante el tema que exponga, mientras que aburrirá al que no tenga interés en escucharle, sin importar a veces, la habilidad del mismo.

Aún mezclando imagen, sonido y expresión escrita, se puede correr el riesgo de tener un sin fin de interpretaciones o actitudes frente a la misma idea, así que adoptar una postura ecléctica en el tema no asegura una postura cómoda en el debate de la imagen contra la palabra.

Como siempre, queda a criterio de usted, amable lector, decidir si una imagen dice más que mil palabras o si el Quijote puede ser encerrado en un cuadro.

Alfredo García Álvarez, 20 de agosto de 2009.

martes, 11 de agosto de 2009

Los Exploradores: Capítulo II

Tarriz despertó sobresaltado, le tomó un par de minutos cobrar conciencia sobre lo que había sucedido – Estoy vivo – pensó, sonrió al darse cuenta de que había sido rescatado y ahora se encontraba en la pequeña clínica del Téloc, miró hacia ambos lados buscando a Lamtar, pero no la divisó en ninguna de las camas, no sabía si ella había corrido con la misma fortuna o si ahora se encontraba muerta. Escuchó la puerta al abrirse; era Lamtar, aunque un poco pálida, se veía bastante bien, le sonrió al cuth y fue correspondida de la misma forma, se quedaron mirando fijamente, era una de esas miradas que dicen muchas cosas sin necesidad de pronunciar palabra alguna. Este tipo de experiencias crean vínculos muy especiales entre las personas, el haber estado tan cercanos a la muerte y haber sobrevivido era algo que los había marcado y los uniría de por vida.

Detrás de Lamtar entró el médico – Vaya cuth Tarriz, por fin ha despertado, ya comenzaba a pensar que no quería despertar – bromeó; - ¿Cuánto tiempo he estado dormido? – preguntó Tarriz – estuvo en la cápsula un par de días – contestó el médico mientras tomaba colocaba el manómetro alrededor del brazo de Tarriz – su compañera también despertó hace poco al parecer; cuando entré se encontraba muy calladita y observándolo fijamente – al pronunciar este último comentario sonrió pícaramente; Lamtar reaccionó desviando la mirada mientras su rostro se ponía rojo como un tomate; también Tarriz se sonrojó, aunque su piel morena evitó que fuera tan evidente como el arrebolado rostro de la hermosa mujer; ella siempre le había parecido muy atractiva, pero nunca se había atrevido a decirle nada, pues a pesar de ser un hombre muy bien parecido, era sumamente tímido en cuestión de mujeres.

El médico procedió a revisarlo completamente, realizando todas esas preguntas tediosas que suelen hacer los médicos cuando vamos a visitarlos; una vez terminado el chequeo revisó a Lamtar y cambió la curación de su pierna; el proyectil que la había golpeado había atravesado la pierna de lado a lado, pero era tan pequeño que no alcanzó a hacer gran daño, apenas quedaría una casi imperceptible cicatriz. – Pues bien – dijo al fin – Los encuentro estupendamente, ya pueden reincorporarse ambos a sus labores; la gal Yamka no ha querido partir hasta que no se recuperara usted del todo cuth Tarriz -.

Tras darse una ducha, Tarriz y Lamtar salieron de la clínica y se dirigieron hacia el comedor, el médico les había ordenado que comieran bien, lo cual a ninguno de los dos les pareció una mala idea, pues se encontraban hambrientos tras el largo ayuno. Comieron hasta quedar ahítos casi sin pronunciar palabra alguna; la gal Yamka, que ya había sido avisada sobre la recuperación de los astronautas les mandó llamar y ambos obedecieron dirigiéndose a la sala de control donde les esperaba toda la tripulación; al entrar recibieron un fuerte aplauso por parte de todos, abrazos, felicitaciones, los bombardearon con preguntas sobre lo que había sucedido. Una y otra vez tuvieron que relatar la historia, mientras los demás reían y aplaudían la gran hazaña; fue hasta que los dejaron de bombardear con preguntas que notaron que faltaba alguien: - no estaba Quetiz en la sala - ; Lamtar fue la primera en preguntar por él: - Está bajo arresto – le contestó el cocinero de nombre Damún – pero ahora que han despertado ustedes seguramente lo dejarán en libertad – agregó uno de los mecánicos de nombre Johbé – eso no está claro todavía – repuso el primero – todo depende de los resultados del interrogatorio -.

Los recién recuperados astronautas se quedaron perplejos, hasta ese momento ignoraban que Quetiz había cometido un par de errores que casi les había costado la vida; el más sorprendido era Tarriz, pues se sentía profundamente agradecido de que a Quetiz se le hubiese ocurrido equipar los trajes con el expulsor de emergencia, sin el cual, jamás habrían podido evitar el golpe de royin, al principio pensó que el nul habría cometido una falta grave durante el tiempo que se encontraba inconsciente, pero al escuchar mencionar al interrogatorio, dedujo que había cometido algún error durante la expedición, pero ignoraba cuál. Sin querer esperar hasta el interrogatorio, abandonó la pequeña tertulia y bajó hasta el área de detención.

Quetiz se encontraba sentado sobre la dura cama de la celda de detención mirando hacia el techo con aire taciturno; Al mirar que entraba Tarriz, sintió una inmensa alegría, su primer impulso fue ponerse de pié y abalanzarse para darle un buen abrazo a su amigo, pero se contuvo pensando en que probablemente éste se encontrara molesto con él; fue Tarriz quién extendió los brazos -¿Qué, acaso no te alegra verme malandrín? – ; Quetiz correspondió a este gesto, abrazó a su amigo rompiendo a llorar - ¡Fue mi culpa! – exclamó - ¡Todo fue mi culpa!, olvidé activar los rastreadores y debí esperarlos, hubiesen llegado a tiempo y nada de esto hubiese pasado – ; sollozaba tratando de contener su llanto, ese momento entró Lamtar a la celda y nuevamente rompió a llorar – ¡Gracias a Theosi!, ¡Tú también estás viva! – Lamtar se sorprendió ante el impulsivo abrazo de Quetiz, pero no puso resistencia, miraba de soslayo a Tarriz mientras permitía que su compañero de desahogara.

Al fin Quetiz pudo contener su llanto – disculpen – le dijo a ambos – pero no podía soportar la idea de haber provocado dos muertes por mi ineptitud y ahora que los veo vivos... No tienen idea de la tranquilidad que ahora siento – se dejó caer pesadamente sobre la cama, la expresión de su rostro reflejaba el relajamiento típico de quien después de un par de días y noches de angustia, de pronto recibe una buena noticia que le quita ese gran peso moral que cargaba sobre su conciencia. Lamtar apretujó su mano y la besó – Gracias – le dijo; Quetiz levantó la mirada posándola primero sobre Lamtar y después sobre Tarriz quién también le dio las gracias y antes de que pudiera replicar algo, el cuth le dijo – Tu único error fue el no haber encendido los rastreadores, que siendo honestos, de nada hubiera servido para que nos rescataran antes, sin embargo, tu brillante idea de haber equipado los trajes con el expulsor nos ha salvado la vida – Quetiz intentó replicar diciendo: - Pero si los hubiese esperado un poco más no hubiesen tenido que haber salido expulsados - … - Eso es… impreciso - comentó Lamtar – El procedimiento indica “un minuto”, y fue exactamente lo que hiciste, salir un minuto antes del golpe de royin, además… no hubiésemos llegado a tiempo, ya habíamos comenzado a engancharnos antes de que nos anunciaras que faltaba un minuto y como comenta el cuth Tarriz, los rastreadores no hubiesen servido de nada; nos dimos cuenta por que al salir disparados todos los sistemas dejaron de funcionar por unos segundos, lo mismo hubiese sucedido con los transmisores de rastreo, de cualquier forma se hubiese perdido la señal – Lo que había dicho Lamtar tenía mucho sentido, Quetiz sintió de pronto como si le quitaran una pesada losa de encima miró a Tarriz quien asentía en señal de acuerdo con lo que acababa de decir la bella astronauta; el agobiado nul sonrió débilmente, quería creer lo que le decían, pero aún así, sabia que la gal Yamka lo sometería a juicio y ella no solía ser tan condescendiente ni indulgente como Tarriz, que al fin de cuentas era su amigo de la infancia; - Y ahora, - comentó Tarriz – esto que te voy a decir no es una sugerencia de amigo, es una orden como tu cuth al mando, vete a tu cuarto, daré la orden para que te lleven una abundante comida, disfrútala, descansa, y olvida lo que ha pasado; yo arreglaré este mal entendido con la gal Yamka – Quetiz asintió y se dirigió hacia la puerta de la celda dispuesto a obedecer las órdenes de su amigo – Una cosa más – agregó Lamtar – dúchate por favor – los tres astronautas soltaron una gran carcajada y salieron de la celda de detención.




Cuando Tarriz volvió a la sala de control, el breve festejo ya había terminado, - cuth Tarriz – dijo la gal Yamka con sorpresa – pensé que se había retirado a descansar -, - No fue así – respondió él – fui a ver al nul Quetiz – ; Yamka lo miró fijamente con el rostro endurecido – Eso está fuera de procedimiento cuth – dijo molesta – Los prisioneros deben permanecer aislados hasta el momento de la entrevista -, no era la primera vez que Yamka y Tarriz tenían alguna diferencia sobre el proceder de la tripulación en la nave, pues si bien Yamka era una excelente gal y una persona justa, en ocasiones era demasiado rígida e inflexible en cuanto al reglamento y los procedimientos, Tarriz por otra parte, argumentaba constantemente que las condiciones de ese viaje eran especiales, que se encontraban demasiado lejos de su galaxia como ara pensar en dejar las cosas en manos de una justicia que no tenía ni idea de lo que era realizar una expedición durante tantos años sin más contacto que con las personas de la nave y que por lo tanto el reglamento debería ser más flexible en ocasiones. – Estoy consciente de lo que me dice gal Yamka, sin embargo, el nul Quetiz nunca debió haber sido detenido – Tarriz le explicó brevemente todos los acontecimientos de la expedición, recalcando la maravillosa idea de Quetiz de equipar los trajes con un expulsor e indicando que si bien había olvidado encender los rastreadores, éstos no hubiesen servido de nada, y que había hecho bien en no esperarlos, pues de cualquier forma no hubiesen llegado, exponiéndose él y exponiendo el preciado cargamento de díux. Al final, Yamka le concedió la razón a Tarriz, pues si bien era exigente, como debe serlo todo gal, era sumamente inteligente y sensata; no por nada el emperador la había puesto al mando de aquella expedición.

Quizás, y antes de avanzar más con la historia, este sea un buen momento para explicarte un poco acerca de cómo funciona la cadena de mando dentro de una nave; podría decirse que es similar a la de un barco, sin embargo, dentro de una nave intergaláctica existe un cierto grado de democracia, verás:

Las compañías dueñas de las naves deciden quién será el “Gal”, que vendría siendo el equivalente del capitán de un barco, es el puesto de mayor jerarquía dentro de la nave, sin embargo, antes de emprender cualquier viaje, se somete al voto de la tripulación, es decir, la tripulación debe de estar de acuerdo en que la persona designada sea la que al final de cuenta los comande, de no obtener más del setenta por ciento de aceptación, será reemplazado por otro Gal; además si bien es la persona de mayor autoridad dentro de la nave, su palabra no es ley, está sometido a leyes y reglamentos preestablecidos por la compañía que le contrata, además de que hay decisiones dentro de la nave que son sometidas a votación. El voto del Gal vale cinco para las decisiones democráticas.

En esta nave, como ya lo habrás leído la gal era: Gal Evana Yamka

El segundo al mando es el “Cuth” , este también se somete a la votación de los tripulantes, y al igual que el Gal, requiere del 70% de aprobación, además de la aprobación del Gal; en caso de fallecer o ser depuesto por la tripulación el Gal, será el Cuth quién le reemplace de forma automática; normalmente el Cuth también es por decirlo de alguna forma el: “Jefe de expediciones” y decide que rol jugará cada integrante en la ejecución de la misma, en ocasiones participando directamente en la expedición fuera de la nave. (Como lo había hecho el Cuth Tarriz en la expedición del Díux). En Naves grandes se cuenta con dos y hasta tres Cuth; en el caso del Téloc, había partido con dos Cuth pero uno de ellos había fallecido un año atrás en una expedición a un planeta. El voto del cuth vale cuatro.

El Cuth de la nave era: Cuth Firo Tarriz

En el siguiente escalón, se encuentran los “Nul”, que son los encargados de la ingeniería, dentro de este rango entran el Mecánico en jefe, el analista en jefe (que normalmente es el asistente del Gal) El jefe de pilotos, el jefe de producción (encargado de la producción y preparación de alimentos) y el jefe de investigación de la nave. (Encargado de estudiar las muestras minerales y biológicas recogidas durante las expediciones), el valor de su voto es de dos. para el caso de esta nave los nul eran los siguientes;

Nul Josmir Quetiz .- Jefe de Mecánica y Robótica
Nul Belih Lamtar.- Jefa de Pilotos
Nul Ramino Pépein .- Jefe de Producción
Nul Lufrina Atrion .- Jefa de Analistas
Nul Diona Kristyg .- Jefa de Investigación y área médica

El siguiente escalón es el de los Kom, ellos son la mano derecha de los Nul, existe un nul por cada seis personas en el área, siendo ellos los líderes de esos pequeños grupos. El valor de su voto es de uno. Los seis Kom de la nave son:

Kom Diogi Preden .- Piloto
Kom Luiji Johbé.- Mecánico
Kom Numiz Damún.- Producción
Kom Duana Mani .- Analista
Kom Toouen Rafi .- Médico

Finalmente estaban los Kiji; Hombres y mujeres signados a las diversas áreas y cuyo voto también valía uno. Debido a que habían perdido más de la mitad de la tripulación varios Kivi habían sido ascendidos y ahora sólo quedaban nueve:

Kiji Marinta Pelezi .- mujer, mecánico
Kiji Josmir Galiun .- hombre, piloto
Kiji Limana Repez .- mujer, piloto
Kiji Suspani Baxtin .- mujer, piloto
Kiji Dirna Santez .- mujer, piloto
Kiji Maluen Ferdezi .- hombre, piloto
Kiji Topania Jimez .- mujer, producción
Kiji Gardi Numez .- hombre, analista
Kiji Artenyo Smidi .- hombre, analista

Estos eran los valientes sobrevivientes de la expedición, habrá que recalcar dos cosas: La primera es que, al ser una organización militar, todos ellos estaban entrenados para el manejo de armamento y la lucha cuerpo a cuerpo y por otra parte, es importante señalar que a esta expedición únicamente habían sido convocados oficiales de alto rango, lo cual quiere decir que hay varios escalones hacia abajo hasta llegar a lo que vendría siendo el “Muni” que es el primer peldaño de veinticinco que hay que escalar para llegar a ser Gal.

En la nave había también cerca de mil doscientos robots de distinto tipo, desde los encargados del aseo, hasta robots enormes que se utilizaban para construir estructuras espaciales. Esta es, a grosso modo la estructura jerárquica que gobernaba el Téloc, una inmensa embarcación de setecientos setenta y tres metros de largo, trescientos noventa metros de ancho y ciento veinticuatro metros de alto; era tan grande que se requería de vehículos, ascensores y bandas transportadoras para moverse dentro de la misma y en ocasiones pasaban semanas sin que se vieran las caras algunos de los tripulantes.

En los hangares, había todo tipo de vehículos: pequeños vehículos tipo “motocicleta” (pero sin ruedas, ya que volaban) para exploración planetaria, hasta una nave grande del tamaño de un barco que, en caso de tener que abandonar la nave nodriza; podría albergar hasta cien pasajeros con todo lo necesario para un viaje de seis meses.

Al día siguiente de que Tarriz y Lamtar fuesen dados de alta de la clínica y ya cargados con suficiente díux para seis meses, Evana Yamka decidió continuar el viaje, según lo tenían planeado, hacia uno de los extremos de la galaxia, donde habían descubierto tres sistemas planetarios con posibilidades de albergar vida; una vez establecido el rumbo, la tripulación no tenía mucho que hacer, todo quedaba en manos de los ordenadores, esos momentos eran bien recibidos por la tripulación, ya que podían dedicarse a la relajación; solían estudiar, ir al centro deportivo a nadar o practicar el deporte de su preferencia, visitar el centro recreativo donde había una feria virtual que haría ver a cualquier parque de atracciones que conozcas como una pequeña feria de pueblo, había una taberna, un teatro donde gozaban de espectáculos holográficos tan avanzados que parecía que los actores realmente se encontraban ahí, también había un par de salas de cine, un zoológico donde albergaban animales capturados en los planetas que ya habían explorado, un enorme jardín botánico, un museo virtual que mensualmente presentaba diferentes exhibiciones, en fin, era como una gran ciudad contenida dentro de una nave, de hecho la nave estaba diseñada para poder albergar mil personas y era auto sustentable, allí dentro se producía todo lo necesario para la alimentación: se criaban animales de granja, se cultivaban granos, frutas, cereales, legumbres, se producía todo lo necesario para confeccionar vestimenta, se procesaban materiales para fabricar todo tipo de artefactos; sin la ayuda de los robots, serían necesarias más de quinientas personas para hacer funcionar el Téloc, sin embargo, gracias a ellos y a las computadoras tan avanzadas, la nave era capaz de funcionar con tan sólo doce tripulantes humanos.

Como podrás ver, la tripulación tenía muchas cosas para entretenerse, el problema real era que en una sociedad tan pequeña viajando durante tanto tiempo resultaba tedioso ver las mismas caras día tras día sin posibilidades de conocer a alguien nuevo, y esto resultaba muchas veces frustrante, aunque desde el centro de comunicaciones podrían comunicarse con sus seres queridos, no era suficiente y después de más de cuatro años viajando, la tripulación ya se encontraba agotada mentalmente; Yamka lo había notado y sabía que era cuestión de tiempo para que alguno de ellos comenzara a enloquecer, cada vez eran más frecuentes las disputas o los momentos de depresión de alguno de los tripulantes, que si bien, eran personas con una gran estabilidad mental, también eran humanos y ningún humano podría resistir mucho tiempo más en esas condiciones. Después de discutirlo con Tarriz, habían decidido buscar un “punto de anclaje”.

Los puntos de anclaje son partes del universo que permiten la construcción de “salidas de túnel”; una salida de túnel permite viajar de forma casi instantánea entre dos puntos del universo que se conectan entre ellos mediante dos salidas de túnel “gemelas”; habían construido un total de siete de estas salidas a lo largo de su viaje, de tal forma que, el trayecto que les había costado más de cuatro años andar, mediante el uso de los túneles les tomaría únicamente de ocho a diez semanas a las siguientes naves y les sería muy útil para su regreso a casa.

Para que funcionen estas conexiones es necesario que se construyan por pares, no se pueden conectar en serie, una salida te lleva hasta su gemela, al salir de ella, se debe viajar de forma convencional hasta la siguiente salida que te transportará hacia su gemela; debido a que las características de la zona en que se construyen son muy especiales, no es posible construir dos salidas muy cercanas, deben quedar al menos con diez mil años luz de separación y con un máximo de quinientos mil años luz de separación entre gemelas.

La última la habían construido hacia casi seis meses a más de trescientos ochenta mil años luz de donde se encontraban en ese momento; pero Yamka había detectado la zona idónea para construir la gemela a tan sólo tres años luz del primer sistema planetario que planeaban visitar en aquel sector de la galaxia; en estos momentos, se encontraban viajando hacia esa zona, la tripulación iba a recibir la noticia con agrado, cada que quedaba un par de gemelas terminada todos se sentían “un poco más cerca de casa”, además Tarriz le había sugerido que ya que iban a construir la gemela, sería prudente pedir al emperador, que les enviara refuerzos; mediante los túneles en menos de tres meses ya podrían contar otra vez con una tripulación completa; a la Gal le pareció una excelente idea, por lo que mandó un mensaje al emperador quien accedió a su petición, así que para esos momentos, ya se encontraba una nave con refuerzos en camino, tendrían dos meses para terminar la gemela de la última entrada antes de que los refuerzos llegaran hasta ese punto. Yamka y Tarriz acordaron no mencionar nada a la tripulación para darles una gran sorpresa.