martes, 1 de septiembre de 2009

Los Exploradores, Capítulo III

Tras dos semanas de viaje, el Téloc al fin disminuyó su velocidad a un par de años luz del sistema que planeaban explorar. En esa zona llevarían a cabo dos misiones: La primera consistiría en armar la puerta de salida, para conectarla con la última que habían construido y así completar otro par más que les permitiría viajar de forma instantánea hacia el punto donde se encontraba su gemela. La segunda, consistiría en explorar el sistema planetario que se encontraba cerca.

A pesar del agotamiento de la tripulación, esta nueva etapa había renovado sus fuerzas, tenían muchas esperanzas de por fin encontrar un planeta habitado con vida inteligente, aparte, la construcción de la puerta, les garantizaba un pronto retorno; la mayoría de los tripulantes esperaban que, de fracasar esta misión la gal Yamka ordenaría el fin de la misión y todos podrían volver a casa. Pero ni Yamka ni Tarriz tenían la menor intención de terminar con la misión, pues habían mandado ya el mensaje al emperador para que les enviara refuerzos y éstos venían en camino, llegarían en cuanto estuviera terminada la nueva puerta; esperaban que con esta acción los tripulantes quisieran continuar, y de no ser así, podrían volver en la nave que transportaba los refuerzos.

La nave se detuvo cerca del campo energético; aunque ya habían visto este espectáculo muchas veces, siempre resultaba un placer ver esos campos llenos de energía; los ciento de colores que emitían este tipo de campos eran casi hipnóticos, parecían tener vida propia, danzando y refulgiendo como una aurora boreal.

El equipo de Quetiz estaría encargado de la construcción de la puerta; le acompañarían en la tarea: Johbé, Duama, Pelezi, Galiun, Repez y Numez. Mientras que Tarriz, acompañado de Lamtar, Atrion, Preden, Baxtin y Ferdezi estarían encargados de explorar el sistema planetario cercano.

El primer equipo en iniciar su labor fue el de Quetiz, el segundo equipo tendría que esperar un par de días en lo que la sonda volvía y se analizaban los resultados del análisis planetario. Mientras tanto, Tarriz y su equipo, revisaban una y otra vez la nave, cargaban los alimentos, chequeaban que los robots estuvieran en perfecto estado y repasaban el plan.

La sonda volvió al día siguiente con resultados bastante esperanzadores, en uno de los planetas el escáner había detectado grandes cantidades de agua, una atmósfera y vegetación; esto era bastante alentador para el equipo, pues de no haber encontrado nada, se habrían tenido que limitar a la construcción de la puerta y muy probablemente al fin de la misión. Tras haber analizado la información traída por la sonda, finalmente Tarriz y su equipo se pusieron en marcha hacia aquél planeta.

Viajaron durante aproximadamente tres horas hasta el punto donde tendrían que disminuir la velocidad por debajo de la de la luz; el planeta, como todos aquellos que habían encontrado con vida, era hermoso, azul con grandes masas de tierra; era orbitado por dos pequeñas lunas ubicadas una a cada extremo del planeta; hicieron las primeras mediciones, llegando a la conclusión de que estas recorrían la misma órbita a la misma velocidad, por lo que nunca se llegaban a encontrar, calcularon la velocidad de rotación del planeta y mandaron otras cuatro sondas robóticas que, controladas por ellos aterrizarían sobre el planeta para verificar las condiciones atmosféricas, la temperatura, posibles agentes virales o bacterianos que pudieran afectarles, tomarían muestras y enviarían hacia la nave imágenes del planeta. Entre tanto, permanecerían orbitando el planeta analizando la información,

Las primeras imágenes llegaron a ellos unos pocos minutos después de haber lanzado las sondas, tal como lo había confirmado la primera sonda, era un planeta con vida activa y al parecer, con la mayor diversidad de especies que habían encontrado hasta entonces, aunque no encontraron ningún rastro de civilización. Según la información recibida, el aire podría ser respirado por ellos, encontraron algunos agentes nocivos; esto no era nuevo, en los anteriores planetas con vida que habían encontrado siempre había algún agente patógeno, en un par de ocasiones no habían podido bajar sin trajes protectores, pero en el resto, la computadora había sido capaz de crear al suero de inmunidad, en esta ocasión, no habían encontrado ningún agente para el cual la computadora no hubiese podido crear vacuna.

Tras un par de días, las sondas regresaron con las muestras obtenidas y la computadora inició la fabricación del suero de inmunidad mientras los astronautas analizaban las muestras obtenidas. Era increíble como la naturaleza repetía los mismos patrones en todos los planetas, formando un perfecto equilibrio entre la diversidad de especies, nuevamente encontraron insectos, plantas, aves, reptiles, mamíferos, peces y en general grupos de seres vivos parecidos a los que estaban acostumbrados; en un par de ocasiones habían encontrado otro tipo de organismo desconocido, pero aún así la estructura bioquímica seguía repitiendo el mismo patrón de: Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno.

Finalmente llegó el momento de descender al planeta, pues, aunque no habían encontrado muestras evidentes de civilización y por lo tanto de vida inteligente, tendrían que bajar para capturar a especies mayores y a explorar más detenidamente el planeta con esperanzas de encontrar algún rastro de inteligencia primitiva; tras nombrarlo como: Kamiriath que en una lengua antigua significaba “Entre las dos lunas” se dirigieron al hermoso planeta para llevar a cabo su misión.


Tarriz decidió aterrizar en la zona ecuatorial del planeta, eligió descender en una gran explanada cerca de una costa de hermosas aguas azules donde en ese momento, comenzaba a amanecer; en esa zona del planeta hacía mucho calor, se encontraban cerca de los cuarenta grados. Antes de descender de la nave hicieron los últimos estudios para garantizar que el aire que respirarían no sería nocivo, con resultados positivos. El grupo se dividiría en tres equipos, Tarriz y Lamtar viajarían al norte, Atrion y Preden al sur y Baxtin junto con Ferdezi explorarían la zona ecuatorial; la exploración la realizarían en unas pequeñas naves de tierra. Tras ultimar detalles por fin cada equipo partió hacia su zona asignada, acamparían y se reencontrarían dos días más tarde.

- Siempre es emocionante explorar un nuevo planeta ¿no cree usted cuth? – Preguntó Lamtar – Ya lo creo nul Lamtar, pero le agradecería que me llamara por mi nombre y sin tantas formalidades cuando estemos solos – respondió Tarriz; Lamtar se sonrojó ante la petición de su cuth, pero asintió, - está bien, pero sólo si usted hace lo mismo – Tarriz le dedicó una sonrisa – Pues cortemos el hielo pues… Belih, que por cierto es un nombre muy lindo: Belih “Luz de la mañana” - . Era la primera vez que Lamtar escuchaba a Tarriz pronunciar su nombre, le agradó bastante escucharlo y más el saber que el cuth sabía lo que significaba su nombre y sintió no poder corresponder pues ella no tenía ni idea de lo que significaba el nombre de Tarriz : “Firo”; como adivinando lo que ella pensaba él dijo: - No significa nada – lo miró extrañada de que hubiese adivinado su pensamiento – Fue un nombre que inventaron mis padres, tomaron las primeras dos letras de cada uno de sus nombres : Romhtar el de mi padre y Fithir el de mi madre, así formaron mi nombre – recalcó el cuth. – Pues me gusta – respondió Belih Lamtar - Se escucha bonito – dijo correspondiendo a la atención del cuth; él la miró incrédulo – No me gustan las mentiras, aunque sean por amabilidad – le dijo sonriendo – hay que aceptar que es un nombre horrible – Belih se sintió un poco apenada al principio por este comentario, sin embargo no pudo evitar darle la razón; - Tienes razón, ¿Firo?... ¿En qué estaban pensando tus padres? – se miraron y sin poderse contener soltaron una sonora carcajada. Por fin habían roto por completo ese hielo tan espeso que ambos se morían por derretir desde hacía tiempo; y es que en una organización tan rígida como la milicia espacial se acostumbra a la gente diría yo: en exceso, a la formalidad; incluso entre amigos.

Después de volar durante quince minutos llegaron a una zona que les pareció interesante para explorar; desde lo alto habían visto una gran manada de algún tipo de mamífero cuadrúpedo, al parecer un bovino grande moviéndose hacia el norte, donde se encontraban unos inmensos pastizales que circundaban un enorme lago alimentado por un gran río que se formaba a partir de siete brazos que era claro que descendían de las montañas que se encontraban al oeste de esa zona. Alrededor de la gran manada vieron otros grupos más pequeños de rebaños que seguían y se mezclaban con la gran manada y alejados del gran grupo, pequeñas familias de otras especies de animales que dedujeron serían los depredadores. Asumieron que la manada se dirigía hacia los pastizales y llegarían allí muy pronto, sería una magnífica oportunidad para estudiarlo y tomar fotografías y si les era posible, capturar algunos de aquellos extraños animales. Con ayuda de los robots, instalaron un elegante campamento en una zona rodeada por rocas y mientras esperaban la llegada de la manada se dedicaron a recolectar muestras de vegetación; el pequeño robot vigía se elevó unos diez metros por encima de ellos para avisar de cualquier contratiempo.

Baxtin y Ferdezi, que se habían casado poco antes de embarcarse en la misión, no habían tenido que viajar, más que un par de minutos, pues la franja ecuatorial en todos los planetas solía ser más cálida y húmeda, factor que favorecía a la formación de una zona selvática. Establecieron su campamento base a pocos kilómetros de la nave y procedieron a explorar la zona. Hacía mucho calor, sin embargo, sus trajes contaban con un sistema inteligente de enfriamiento y calefacción que les permitía mantenerse siempre a una temperatura agradable. Instalaron su campamento en un pequeño claro cerca de un río no muy caudaloso, tras analizar el agua se aventuraron a probar un sorbo. – Está deliciosa – comentó Ferdezi, era la primera vez en casi cuatro años que tomaban agua natural, pues el agua de la nave era fabricada a partir de los elementos químicos que la componían y como siempre habían dicho: Jamás sería igual a la que fabrica la naturaleza. En los planetas explorados anteriormente, a pesar de haber encontrado agua en abundancia, ésta no era potable, pues contenía grandes cantidades de compuestos químicos que les hubieran hecho enfermar, este era el planeta más parecido a su lugar de origen que habían visitado, con una rica diversidad de especies que, sería imposible estudiar y catalogar en las dos semanas y media que tenían para concluir con la visita antes de que la puerta fuese concluida por el equipo de Quetiz.

Había tantas muestras que recoger que no sabían por dónde comenzar, así que siguiendo el protocolo, se avocaron a recoger muestras minerales y botánicas antes de comenzar con el estudio de la fauna. En esa zona del planeta había una gran cantidad de aves, una de ellas llamó especialmente su atención, no sólo por su hermoso colorido, sino por la belleza de su canto. Mientras recogían una muestras de una especie de musgo, el robot vigía mandó una señal de alerta, se acercaba un animal de gran tamaño hacia ellos; los exploradores empuñaron sus armas; tras un par de minutos por fin lograron divisarlo, era una especie de reptil de gran tamaño; su cuerpo era alargado con una cabeza redonda de la cual brotaban tres pequeños cuernos afilados y hocico chato, tenía ocho patas y una piel escamosa de color verde con manchas de un rojo brillante.

El animal detuvo su marcha al sentir la presencia de los extraños, al parecer carecía de una buena visión sin embargo, olfateaba el aire como intentando reconocer aquel aroma tan peculiar como desconocido para él hasta que por fin decidió que no valía la pena tratar de enfrentar esa amenaza desconocida y en un rápido movimiento giró alejándose de aquella zona. La pareja enfundó sus armas, relajados por la huída del extraño animal y continuaron con su labor de recolección.

Atrion y Preden no habían tenido tanta suerte al encontrar un área para explorar, pues la zona que sobrevolaban era árida, rocosa y con pocas señales de vida, la tierra por esos lugares era de color un tanto gris y los vientos soplaban tan fuerte que formaban grandes nubes de polvo que dificultaban la visión. Tras un par de horas al fin llegaron hacia un enorme río, éste parecía brotar directamente de la tierra y se dirigía hacia la costa siguiendo un cañón no muy profundo. En la parte superior del cañón había pequeñas zonas de vegetación, descendieron un poco para observar mejor y encontraron un pequeño y verde valle rodeado de montañas donde los fuertes vientos no arrasaban con todo. Un brazo del río se dirigía hacia un extremo del valle formando una pequeña laguna, decidieron que ese sería un buen lugar para establecer su campamento.

La vegetación de la zona era muy similar a la de un bosque, era una región fría, con enormes árboles similares a las coníferas. Descendieron cerca de la laguna y establecieron su campamento. Habían pasado unas cuatro horas cuando comenzó a obscurecerse todo. – Qué rápido anochece en este planeta – comentó Diogi Preden. Sin embargo tras observar el cielo cayeron en la cuenta de que aquello no era el ocaso, sino más bien un eclipse, una de las lunas había cubierto parcialmente la estrella que iluminaba ese planeta y tras quince minutos, de nuevo se encontraban en el valle bañado por el sol del medio día; en días posteriores se darían cuenta de que éste, era un fenómeno regular en aquél planeta, una de las lunas eclipsaba diariamente antes del medio día.

El resto del día, las tres parejas de exploradores se enfocaron en recoger y analizar muestras de plantas e insectos, con cada nuevo resultado se asombraban aún más al encontrar que la vida en ese planeta no era tan distinta a la que poblaba su propio mundo.

Cerca de la media noche, Firo y Belih se encontraban cenando cuando sonó una señal de alarma; rápidamente Tarriz atendió el monitor para ver de qué se trataba – La señal viene del campamento de los kiji Baxtin y Fredezi – Lamtar ejecutó el programa de búsqueda que le permitiría verlos desde su robot vigía, sin embargo, no los vio por ningún lado – No los veo Firo, están fuera del rango del vigía – Tarriz ejecutó entonces el programa de los rastreadores y los localizó ciento veinte kilómetros al este de la zona de aterrizaje, justo por debajo de donde se encontraba el vigía – Muéstrame de nuevo la imagen del vigía – Firo observó detenidamente la imagen que llegaba desde el vigía – ¡Ahí! – Exclamó – Haz un acercamiento en esa zona – Dijo señalando, lo que parecía un hueco en la tierra – Lamtar dirigió al vigía hasta posicionarlo justo por encima de la zona indicada por Tarriz e hizo un acercamiento de la cámara; Ambos se quedaron mudos al ver la imagen - ¿Es eso lo que parece? – Preguntó al fin Belih – No estoy seguro, será mejor que vayamos pronto, podrían estar heridos o en peligro - . Por el intercomunicador Atrion preguntó qué había sucedido pues ella también había recibido la señal de alarma; - No estamos seguros, pero creemos que cayeron en lo que parece ser una trampa de caza – respondió Lamtar - ¿Está usted segura Nul Lamtar? – Replicó extrañada la analista – Como dije Nul Atrion, no estamos seguros, mire usted misma las imágenes – Atrion observó las imágenes y tuvo la misma sensación que Belih y Firo: Aquello era casi sin duda una trampa. - ¿Cuál es la orden cuth Tarriz? – Preguntó Atrion – Regresen a la nave cuanto antes y activen cuatro robots de guerra, nul Lamtar y yo iremos hacia el campamento de los kiji para intentar sacarlos de ahí antes de que sean encontrados por lo que sea que haya puesto esa trampa allí –


Baxtin y Fredezi despertaron cinco minutos después de haber caído a través de un túnel de casi cinco metros de profundidad. Se habían visto sorprendidos, pues se encontraban caminando juntos mirando hacia la hermosa luna de color violeta cuando escucharon el crujir de ramas que se rompían y cayeron al vacío sin poder reaccionar a tiempo; se encontraban adoloridos debido a la caída, atados de pies y manos sobre un terreno fangoso; en la penumbra no alcanzaban a distinguir bien los detalles, pero no estaban solos en aquella pequeña caverna, escuchaban lo que parecían voces de un idioma irreconocible. - ¿Cómo estás? – Preguntó Fredezi a su esposa – creo que bien, me duele un poco la pierna derecha, pero no creo que esté rota ¿Y tú? - , - Creo que me abrí la cabeza, siento dolor y como si brotara la sangre, pero no creo que sea grave debe ser sólo un pequeño raspón, debí haberte hecho caso y no haberme quitado el casco… ansiaba tanto sentir el aire fresco… ¿Cómo pudimos haber caído en una trampa tan primitiva? – Se lamentó el joven – Creo que nunca esperamos que algo así sucediera, pero estamos vivos y es cuestión de tiempo para que nos encuentren – comentó la joven quien con mucho esfuerzo logró acercarse a él y tomarlo de la mano.

Escucharon algo que más que una voz parecía una serie de gruñidos, al parecer los guardias los habían escuchado y entraron cuatro seres que caminaban sobre dos piernas, pero tenían cuatro brazos, por lo demás eran muy parecidos a los humanos, vestían de una forma muy primitiva, cubiertos con pieles de toscas costuras, su piel era un tanto azulada cubierta con grueso vello de color rojizo sus grandes ojos de color marrón oscuro los miraban con cierto recelo, dos de ellos iban armados con garrotes con espinas en una mano y antorchas en otra de las manos, no parecían ser muy altos, pero eran corpulentos, los cuatro brazos eran gruesos y fuertes; uno de ellos, que parecía ser el de mayor rango se acercó y se dirigió hacia ellos en su extraña lengua, no entendieron, pero les preguntaba que quienes eran y cómo habían llegado allí. Fredezi adivinó que significaban aquella serie de sonidos y se aventuró a contestar – Somos exploradores, venimos en paz – Al escuchar la voz del joven explorador los cuatro seres se sorprendieron y comenzaron a murmurar entre ellos; el que parecía el jefe les exigió silencio y dio una orden hacia el otro que tenía las manos libres; éste se acercó a los jóvenes y liberó sus ataduras dirigiéndoles una sonrisa amable. – Venir conmigo – les dijo tras haberlos desatado. Los jóvenes ya de por sí sorprendidos por la serie de eventos que habían vivido en los últimos minutos se quedaron pasmados al escuchar a aquél hombre hablar su propia lengua, de todas las cosas inesperadas en aquella misión esta era la más insólita de todas. - ¿Habla usted nuestra lengua? – Preguntó Ferdezi, el hombre asintió tímidamente – Necesitar conocer persona – Les dijo, mientras les pedía que los siguieran; Con más curiosidad que miedo y sin presentar resistencia los jóvenes siguieron aquél grupo de seres hasta salir del túnel hacia un claro.

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