domingo, 2 de agosto de 2009

Los Exploradores. Capítulo I

En esta ocasión presento a ustedes una novela que, en un experimeto personal iré escribiendo poco a poco; Ya sé de qué va a tratar, pero todavía no está escrita. Debido a que he de tomarme algo de tiempo para escribirla completa, iré subiendo un capítulo cada diez días. Espero que sea de su agrado.

CAPÍTULO I.- En busca del díux.
El cuth Firo Tarriz se encontraba sumido en sus pensamientos, habían pasado ya varios años desde que habían partido a la misión encomendada por el emperador, sin haber logrado encontrar ningún indicio de vida en aquella galaxia lejana. Ignoraba por qué había insistido de tal forma el emperador en embarcarlo en tan peligrosa expedición, en la cual, ya habían perdido más de la mitad de la tripulación y ahora se encontraban cercanos a quedarse sin combustible; la nave podría viajar libremente durante mucho tiempo más, pero sin combustible, serían incapaces de acelerar más allá de la velocidad de la luz, de frenar o descender en ningún planeta, por lo cual la gal Evana Yamka había decidido apagar los motores limitando así su velocidad, no sin antes cambiar el rumbo hacia aquella nebulosa que parecía cargada con los materiales adecuados para repostar. Habían hecho exploraciones en varias nebulosas en busca del valioso díux, sin resultados positivos, y las oportunidades de encontrar el preciado elemento, parecían terminarse, si no lo encontraban en esta nebulosa, en pocas semanas quedarían completamente a la deriva.

Tarriz escuchó en el intercomunicador la voz de la gal solicitando su presencia en la sala de control; cerró el diario sin haber trazado más de dos líneas y se puso el uniforme para después dirigirse rápidamente al cuarto de control; al salir de su celda se dirigió hacia el ascensor, programándolo para llegar hasta el nivel A1 donde lo esperaban.

- Saib gal Yamka – Saludó cortésmente Tarriz al penetrar en la sala tapizada con pantallas y ordenadores; - saib cuth Tarriz – respondió Yamka; la mujer de hermoso rostro parecía tranquila, en comparación de los días anteriores en que su nerviosismo la había vuelto sumamente irritable – Le tengo nuevas noticias cuth Tarriz , el espectrómetro muestra señales de díux en la nebulosa - , Tarriz sonrió, esa era una excelente noticia, sin embargo, no se relajó completamente, pues sabía que, aunque encontraran el preciado elemento en esa nebulosa no era cien por ciento seguro que pudieran acceder a él. - ¿Se encuentra en estado libre? – preguntó; - No estamos seguros todavía cuth; si bien la señal espectral es fuerte, tendremos que acercarnos mucho más para poder determinar eso; de cualquier forma, será mejor que vaya preparando todo para hacer una expedición, debemos prepararnos para enfrentar el peor de los panoramas -.

Sin hacer más preguntas, Tarriz asintió y se dispuso de inmediato a preparar la expedición a la nebulosa. En caso de encontrar el díux en forma libre no sería necesario salir de la nave, podrían repostar con el sistema automático, sin embargo debían prepararse suponiendo que el dicho elemento se encontrara enlazado a otros, en cuyo caso habría que hacer la extracción manualmente, lo cual era un proceso lento y peligroso, pues los astronautas quedarían expuestos a las inclemencias de las temperamentales nebulosas. La mitad de los hombres y mujeres que habían perdido durante la expedición fue precisamente intentando repostar, ahora quedaba menos de la mitad de aquél grupo de cuarenta y ocho tripulantes que abordaran el Téloc, como llamaban a la nave nodriza hacía casi cuatro años.

La nave podía ser conducida por tan sólo dos personas; sin embargo, las tareas dentro de la misma requerían de mucho más personal; había que encargarse desde la producción y preparación de alimentos, tareas de limpieza y mantenimiento de la nave, análisis de información y muchas otras tareas que no podían realizar los robots, y para el tamaño de la nave, se requerían de al menos doce personas bien capacitadas; ahora tan sólo quedaban veintiuno de la tripulación original, por lo que no podían darse el lujo de perder más elementos sin poner en riesgo sus propias vidas.

Tarriz se dirigió hacia el nivel A2, donde se encontraban las salas de planeación de expediciones, el comedor y la cocina. Entró en la primera y tomó asiento frente a su ordenador; por medio del intercomunicador mandó llamar a los nul Quetiz y Lamtar, quienes en menos de tres minutos, ya se encontraban frente a él. Tarriz les explicó en qué consistiría la misión; en caso de no encontrar el díux en forma libre, tendrían que abordar un vehículo de exploración para acercarse a la zona de mayor concentración del elemento, posteriormente dos de ellos saldrían con aspiradores de separación, cuya función es separar el díux del elemento en el que se encuentre alojado; si se encuentra dentro del hidrógeno o helio, el proceso es más rápido, pero en un cincuenta por ciento de las ocasiones, éste se encuentra mezclado con otros elementos que dificultan el proceso de separación y a veces es imposible; esto aumenta el riesgo de los exploradores de quedar expuestos ante lluvias radioactivas, partículas de mayor tamaño que pudieran golpearlos o la más peligrosa, la exposición al royin, esa minúscula partícula derivada del nitrógeno que por su tamaño y características era imposible protegerse de ella. Los golpes de royin habían sido causantes de la muerte de seis exploradores en dos misiones anteriores.

Normalmente en una expedición de este tipo, enviarían nueve exploradores, pero en esta ocasión, deberían limitarse a entrar dentro de la nebulosa con tan sólo tres exploradores, dos de ellos harían la función de aspirado y el otro sería el controlador, que quedaría a bordo de la nave de exploración para recolectar el díux extraído y monitorear el entorno.

Les tomó un par de días preparar todo el equipo necesario para la expedición, se concentraron especialmente en revisar los analizadores espectrales para poder detectar los golpes de royin con tiempo suficiente, nul Quetiz, que era un brillante ingeniero, armó un dispositivo expulsor para salir disparado de las zonas de peligro, el problema era que, el activar este dispositivo lanzaría al explorador fuera de la nebulosa a gran velocidad y si no era rescatado a tiempo se corría el peligro de quedar a la deriva en el espacio o de chocar contra alguna partícula espacial grande, una roca del tamaño de una uva podría bastar para causar la muerte de algún desafortunado astronauta que recibiera el impacto en un órgano vital; era peligrosa sin duda esta iniciativa, pero dadas las circunstancias la gal Yamka no dudó en autorizar dicha implementación.

El viaje transcurrió tranquilamente hasta los límites de la nebulosa; se encontraban en ese momento la gal Yamka, su secretario particular el kom Othis Atrion y los tres exploradores preparados para ejecutar la misión en cuanto los analizadores mostraran los resultados. Lanzaron la sonda analizadora que salió disparada a diez veces la velocidad de la luz hacia el centro de la nebulosa, donde había una mayor concentración de materiales y desde donde sería más fácil analizar toda la estructura física y química de los mismos; tras tres horas de espera, la computadora por fin arrojó los resultados, no eran del todo desalentadores, pues encontraron una gran cantidad de díux en toda la nebulosa, sin embargo, éste no se encontraba en estado libre en ningún sector de la misma, pero sí sería posible aspirarlo con los separadores.

Sin perder tiempo descendieron hasta el nivel 2C, donde se encontraba el hangar con los vehículos de exploración; abordaron una nave tanque que ya se encontraba preparada para recolectar el preciado díux. Tras los preparativos finales, los tres exploradores despegaron dirigiéndose hacia el centro de la nebulosa, donde la sonda había detectado la mayor concentración del material. El nul Quetiz manipularía la nave y estaría pendiente de cualquier señal de peligro, Lamtar y Tarriz harían la recolección manual. Al llegar al centro de la nebulosa, vistieron los trajes especiales y comenzaron la misión fuera de la nave.


Apenas habían logrado recoger una carga cuando escucharon la voz de Quetiz: – Será mejor que vuelvan a la nave cuth Tarriz, he detectado lluvia radioactiva que se dirige hacia nosotros – Los dos astronautas obedecieron, y accionando los propulsores de sus trajes regresaron a la nave para resguardarse en tanto pasaba la tormenta. Tras una hora de espera cesó la lluvia y reanudaron la recolección. Al llegar al sesenta por ciento del nivel del tanque nuevamente tuvieron que resguardarse de otra tormenta, este era un procedimiento común durante las recolecciones manuales, aunque esta vez, la tormenta duró más de lo esperado, lo cual no era buena señal, pues en ocasiones las tormentas largas generaban golpes de royin, haciendo más peligrosa la recolección.

Al terminar la larga tormenta, reanudaron la lenta tarea, mientras Quetiz monitoreaba el entorno; carga a carga se fue llenando el tanque hasta llegar al noventa y nueve por ciento; la tarea iba a ser un completo éxito; se dirigieron por la última carga cuando escucharon la voz de Quetiz – Será mejor que salgan de ahí cuth Tarriz, el monitor ha detectado un golpe de royin que se dirige directamente hacia ustedes - , Tarriz dio la orden de volver de inmediato, tenían sólo dos minutos para volver a la nave antes de ser golpeados – Tarriz se encontraba a punto de entrar en la nave cuando escuchó la voz alarmada de Lamtar - ¡Mis propulsores no responden! – Tarriz aplicó la máxima potencia a sus propulsores para salir en auxilio de su compañera - ¡Vuelva cuth Tarriz! – gritó Quetiz – ¡No llegarán a tiempo! -, - ¡No la voy a dejar sola! – replicó y haciendo caso omiso a la sugerencia de Quetiz se dirigió al rescate de la joven astronauta.

- ¡Un minuto para el golpe! – advirtió Quetiz, -¡No puedo esperarlos más, tengo que salir de aquí! – los dos astronautas se dirigían a gran velocidad hacia la nave, - ¡Espera, Quetiz, espera! Estamos a cinco segundos, tenemos tiempo – ordenó Tarriz; su compañero, haciendo caso omiso a la orden de su cuth salió disparado rumbo a la nave nodriza. Tarriz sabía que si no funcionaba el expulsor de su compañera, no podría salir expulsada, por lo que rápidamente se enganchó a ella, se abrazaron fuertemente y oprimió el botón de expulsión.

Los dos astronautas salieron disparados a gran velocidad; Tarriz hizo un gran esfuerzo por orientar su expulsión rumbo a la nave nodriza, pero en el espacio, unos pocos grados de diferencia en el ángulo de expulsión provocan que las trayectorias de dos cuerpos se alejen a gran velocidad, por lo que los astronautas en pocos segundos se encontraban viajando en la inmensidad del espacio y alejándose cada vez más de la nave nodriza.

En el Téloc, los cuatro vehículos de rescate que se encontraban listos para actuar en caso de contingencia salieron disparados para intentar interceptar a los dos astronautas antes de que se alejaran demasiado y fuera imposible localizarles. – nul Quetiz, informe trayectoria de expulsión – dijo uno de los pilotos; Quetiz se quedó helado al mirar el monitor de su nave… Había olvidado activar los rastreadores de posición espacial. - ¡nul Quetiz informe! – insistió la gal Yamka desde la nave nodriza, Quetiz dudaba si informar su error, por un segundo pensó en inventar una trayectoria aproximada, pero al fina tras unos segundos de angustiante espera dijo - No tengo datos de trayectoria, los rastreadores debieron haberse dañado con la expulsión - . La gal Yamka sabía que eso era poco probable, los rastreadores eran sumamente resistentes y confiables, pero decidió que no era momento para cuestionar a Quetiz; debían actuar rápidamente si querían rescatar a los astronautas antes de que salieran de la zona de localización.

Yamka que había estado monitoreando en todo momento la misión calculó rápidamente la posible trayectoria y dio una orden - kom Atrion, busque señales de ondas de comunicación en el sector epsilon – Atrion obedeció rápidamente y tras pocos angustiosos segundos de espera dijo: – encuentro una débil señal en treinta y tres, doce, setenta y ocho gal Yamka, se aleja rápidamente – la gal de inmediato informó la posición a los vehículos de rescate.

Los astronautas que habían salido disparados, se encontraban inconscientes, era uno de los efectos que provocaba el salir disparado a una velocidad poco menor que la de la luz en un traje espacial que, si bien era capaz de resistir la velocidad, no estaba diseñado para eso; Tarriz fue el primero en recobrar el sentido, habían pasado casi quince minutos desde que salieran expulsados del centro de la nebulosa, ahora se encontraban cerca de abandonar los límites de la misma; Tarriz encendió sus propulsores para disminuir su velocidad, a pesar del riesgo que esto conllevaba, pues esta operación consumiría una gran cantidad del oxígeno de reserva, un par de minutos después, se encontraban flotando en los límites de la nebulosa, a él sólo le quedaba oxígeno para otros quince minutos más y su compañera no mostraba signos de recuperación; fue al desengancharse de ella cuando se dio cuenta de que se encontraba herida; alguna partícula debía de haberla golpeado en la pierna atravesando la misma; Los trajes que portaban tenían un sistema que se sellaba de forma automática al presentar resgaduras, por lo cual no quedaba expuesta la herida, sin embargo, por debajo del mismo, era posible que estuviera sangrando profusamente y en esas condiciones era imposible saber si alguna arteria había sido dañada, de ser así, no pasaría mucho tiempo antes de que se desangrara y entrara en estado de choque.

Las naves de rescate volaban a gran velocidad dentro de la nebulosa en búsqueda de los astronautas sin éxito alguno, mientras la nave nodriza enviaba sondas robóticas para que orbitaran alrededor de la misma, en busca de alguna señal, sin embargo, a pesar de las grandes velocidades que alcanzaban las sondas, tardarían al menos un par de horas en posicionarse alrededor de la nebulosa.

Lamtar despertó casi quince minutos después, estaba sumamente mareada y adolorida por el impacto del proyectil sobre su pierna, sin embargo, no parecía estarse desangrando, tras unos breves segundos logró reponerse y notó que Tarriz respiraba con dificultad, observó el medidor de oxígeno del astronauta y notó que a éste le quedaban apenas un par de minutos de oxígeno; respiró hondo y conteniendo la respiración desconectó una manguera de su traje conectándola al traje del cuth para proveerlo de oxígeno; con esta operación ahora ambos tendrían treinta minutos más de vida. Ahora sólo les quedaba esperar a que los grupos de rescate los encontraran; mandaban constantemente señales de auxilio, pero no lograban establecer comunicación con la nave nodriza.

En el Téloc, Quetiz coordinaba los grupos de rescate indicándoles las posibles trayectorias de disparo, se sentía sumamente angustiado, sabía que todo era su culpa, primero por no haber configurado los rastreadores y segundo por no haber esperado a los astronautas, que, habrían alcanzado a llegar sin problemas hasta la nave antes de que los alcanzara el golpe de royin, pero había entrado en pánico dejándolos atrás. Los errores eran poco tolerados en la nave y él no era la primera vez que cometía un error, sabía que le iba a costar el ser degradado, pero si morían los dos astronautas a consecuencia de sus errores también sería arrestado y puesto en detención hasta el término de la misión para que los tribunales decidieran el castigo final.

Quetiz tuvo la suerte de ser él quién interceptó una de las señales de alarma enviadas por Lamtar, que habían sido captadas por una de las sondas robóticas y retransmitidas hacia el Téloc; sin perder tiempo dio aviso a las naves de rescate sobre la posición en que se encontraba la astronauta, esperaba que Tarriz se encontrara con ella y así pudieran rescatar a ambos. La nave más cercana se encontraba a quince minutos de la posición indicada.

Lamtar y Tarriz casi no hablaban entre ellos para ahorrar oxígeno, fue ella quién viendo que tan sólo les quedaban cinco minutos de oxígeno decidió que no quería morir en silencio: - ¿Alguna vez imaginó cómo sería su muerte cuth? -, Tarriz lo pensó por unos segundos y contestó: - Sí, imaginé que moriría anciano, rodeado por mis hijos y mis nietos en una hermosa casa en la montaña y que lo último que escucharía sería el canto del marot, pero… creo que mi muerte será muy distinta, sin embargo, no es una mala forma de morir, he estado observando la nebulosa… es hermosa de verdad -, - así es, yo también la he estado observando y estaba pensando justamente en eso, en lo hermosa que es, las maravillas que hemos visto a lo largo de este viaje y lo poco que me detuve para apreciarlas… – cometó Lamtar . – espero que la siguiente vida tenga tantas bellezas como ésta, cuth Tarriz, y si es así, me detendré más tiempo a observar las bellezas de la naturaleza, seré más paciente y más amorosa con mis semejantes; no es que ahora me arrepienta por la vida que he tenido, pero sé que pude haber sido mejor y pude haber dado motivos de felicidad a quienes me rodean en vez de tan sólo pensar en mi y en lo que me hacía feliz…¿cree usted que la siguiente vida será mejor? – Tarriz no contestó; él no creía en otra vida, ni en un creador, para él todo lo que había y existía estaba a punto de terminar en unos cuantos minutos; Lamtar no insistió, conocía poco al cuth, pero dedujo que éste no creía en otras vidas. Tres minuos antes de terminarse el oxígeno, activaron el mecanismo de reciclaje, obtendrían un par de minutos más de vida, pero estarían respirando el monóxido de carbono resultante del proceso de reciclaje que los iría aletargando, hasta finalmente quedarse dormidos y morir.

- ¡Los veo! – exclamó Preden - ¡Los he encontrado!, pero no responden - ; sin perder un segundo, el kom Preden abrió la escotilla de rescate y un robot recogió los dos cuerpos inmóviles, una vez dentro de la nave, Preden retiró rápidamente los cascos para ver si se encontraban con vida... – ¡Están vivos! – informó a la nave nodriza; con ayuda del robot de rescate los introdujo en las cámaras revitalizadoras y partió a gran velocidad rumbo a el Téloc para que recibieran atención médica.

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